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Havana, August 1913,

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Sir:

Acting under the Instructions of the Hon. Secretary of Health and Charities, I have the honor to forward you herewith a copy of the Selected Papers of Dr. Carlos J. Finlay (Trabajos Selectos del Doctor Carlos J. Finias

which have Just been published at the expense of the government of the Republic.

Thanking you to kindly acknowledge receipt of same, I remain yours

Very respectfully, s

chief «f 'he Sction of I ihrir\ jnj PuMuitimiv.

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BECRBTARLA DE SANIDAD V BENEFICENCIA

TRABAJOS SELECTOS

DR. CARLOS J. FINÍ AY

SELECTED PAPERS

DR CARLOS J. FINLAY

HAHANA I'M.

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ERRATAS IMPORTANTES QUE SE HAN ADVERTIDO

Pág. IV. línea 23, dice 519, .. 32, .. 623, .. 35,

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I' R EFAC1 ()

Este libro es una compilación de loa trabajos más impor- tantes il<' miestro Ilustre compatriota, el Dr. < tarlos -I. Finlay, inéditos anos pocos y dispersos 1"- más en distintas publica- ciones científicas, tanto nacionales como extranjeras.

En las postrimerías de la segunda intervención Ameri- cana, '•! Gobernador Provisional de Cuba, por Decreto nú- mero 1130, que más adelante Be inserta, <li>]>us<> en bu reso- lución III la publicación de este volumen, que se lia encar- gado ili' realiza i- d actual Presidente de la República, < leñera! Josi Miguel < ¡"ini-/.. dictando al efecto el Decreto tío. 912, que también se reproduce en estas páginas, de 29 de septiembre de 1910.

hand" término á la ulna, y conservando aún el Dr. Fin- lay su preciosa existencia, puede decirse que Be ha colocado ya ni bu paí- natal la base del monumento que perpetuará después el nombre inmortal <1<'I esclarecido investigador. Los mil ejemplares de que consta este libro serán distribuidos, va en Cuba, ya ni el extranjero, entre aquellas personas que Be interesan por la labor de Finlay, bibliotecas públicas, centros oficiales > sociedades científicas, .i fin de dar conocimiento al mundo de la inteligencia, tenacidad y constancia desplegadas por el batallador nombre il«' ciencia para poder llegar á la consecución del genial descubrimiento que hará perdurable su nombre en loa anales de la higiene pública y como el de uní» de I"- más notables benefactores de la humanidad.

I.a ulna de Finlay lia abierto la Minia, antes cerrada, .-i la niai-li.i del progreso j de la civilización en la Amé- rica tropical. La confirmación práctica de bu teoría de la propagación de la Fiebre Amarilla por el mosquito, ha Bido, a nuestro juicio, ••] paso máa importante realizado en regiones de nuestro continente después del descubrimiento «!«•

Colón, porque merced á ello ha sido posible colocarlas en con- diciones sanitarias propicias para la vida y el desarrollo de la inmigración que acude á sus playas.

Sin aminorar en nada los méritos de Reed, Lazear, Ca- rroll. Agramonte, y sus colaboradores, Gorgas y los demás que han contribuido á realizar en la práctica el exterminio del mos- quito como medida de saneamiento, es posible afirmar que sin la teoría de Finlay no se hubiese llevado tan prontamente á calió la gigantesca obra de la apertura del Canal de Panamá, que tan provechosa revolución lia de producir en la condición geográfica del mundo. Morían allí á millares los obreros impi- diendo la continuación délos trabajos; actualmente es el Istmo un lugar sanitario (pie en nada entorpece la tarea civilizadora que en él se ejecuta. Allí se lia proseguido el mismo plan sani- tario implantado antes en Cuba, que confirmó las ideas de Finlay.

Este libro es, pues, el exponente de aquellas ideas. No era posible permitir (pie se perdiese ó que permaneciera disperso tan valioso tesoro. Su valor histórico es indiscutible; su in- terés científico es admirable. Ahí está comprendido su nota- bilísimo trabajo presentado á la Academia de Ciencias de la Sabana el 1 1 de agosto de 1881, en que expuso su genial con- cepción y que lleva el sello de la inmortalidad. Pons meses an- tes había dejado traslucir en la Conferencia de Washington ciertos puntos de vista referentes á la transmisión de la Fie- bre Amarilla y que denuncian evidentemente las ideas que se elaboraban ya en el cerebro del investigador. Ahí están los demás trabajos reveladores de la originalidad de su genio, de su pasmosa actividad, de su asombrosa tenacidad. El pueblo <lc Cuba debe sentirse satisfecho de poder ofrecer al mundo esta obra en (pie se resume la labor de uno de sus más pre- claros hijos.

Los apuntes Biográficos (pie siguen, dan una idea exacta y detallada de la vida del hombre, de sus méritos y virtudes, de los honores y recompensas «pie se le han otorgado.

Antes de dar tin á estas líneas, justo es consignar aquí un testimonio de gratitud á la Comisión encargada de la pu- ión del libro. Los Dres. Juan Guiteras, Enrique B. Barnet, José Antonio López del Valle y Jorge Le Roy y Cas- sa. han realizado una tarea digna de todo encomio, recopilan- do, gestionando, cotejando, traduciendo y seleccionando do- cumentos, revistas, folletos y manuscritos, y dando término feliz a la impresión. Grato es hacerlo constar así como única

recompensa que han de recibir y para satisfacción suya por el cumplimiento estricto del deber que aceptaron.

Queda, pues, cumplida la resolución de nuestro Go- bierno en lo que respecta á la publicación de los trabajos del -Ur. _b mlay. Tócale ahora al pueblo de Cuba, por iniciativa particular, saldar la deuda que tiene contraída con el eminente investigador. En mármol ha de saldarse esa deuda de gra- titud. Viene á ser este libro como el pedestal en que ha de erigirse la estatua que recuerde á las generaciones venideras el nombre augusto del hijo de esta tierra que más se ha ele- vado en el horizonte de la Ciencia!

dr. mantüel VARONA SUAREZ,

Secretario de Sanidad y Beneficencia.

PR ii FACE

This book is a compilation of most of the papers of our illustrious countryman, Dr. Carlos J. Finlay, some of which had been unedited, and the greater portion, contributions which had appeared in the several national or foreign tifie publications.

At the close of the second American intervention, the Provisional Governor by Decree No. L130, which appears in this book, ordered the publication of the presenl volume. The task has been undertaken by our actual President of the Republic, Genera] José Miguel Gómez, who <»n September 29th, 1910 signed Decree No. 912, the text of which is also herein contained.

With the conclusion of the work, and Dr. Fin! precious existence still vouch-safed to us, it may well be said that in his native country there has already been laid the corner stone "t' the monument which will perpetuate the memory <>i' this great investigator. The one thousand copies of this volumen which will comprise the edition, arc to be distributed here in Cuba and abroad among the public libraries, the government offices and scientific corporations in oi-ilci- that the world at large may follow the development of this master mind, and admire the tenacity of purpose that led the meat pioneer in Tropical medicine to his genial discovery, an achievement which will forever make his name unforgotten in the annals of public hygiene and as that of one ■I' the greatest benefactors of Humanity.

The work of Finlay has opened the heretofore closed path of progress and civilization in tropical America. 'The confir- mation of his theory of the transmission of Yellow Fever by the mosquito has been, in our judgement, the most important Btep taken in these regions since their discovery by < 'olumbus. He has made possible the sanitary conditions thai are ¡

VIH

for the life and development of the immigrant population which flocks to our shores.

W ithout detracting in the least from the merits of Lazear, Reed, Carroll, Agramonte, (¡oigas and the others who contributed in the practice of exterminating the mosambo , measure of sanitation, it is possible to declare timt without the Kinlav theory, the gigantic work of the Panama Canal which will revolutionize geograpMc conditions in i the world, ¡odd never have been accomplished. The loss of thousands of lives impeded the great work's progress; at present sanitary conditions prevail at the Isthmus and the great work is not hindered from that source. The same -sanitary plan which was carried out in Cuba was enforced at the Canal Zone, thus confirming the ideas of Dr. Finlay.

This book, therefore, is an exposition of those ideas It was not possible that so valued a treasure should be lost or dispersed. It contains his notable paper presented before tlie Academy of Sciences of Havana, August 14, 1881 in which he for the first time expounded his genial discovery which to day bears the mark of «mortality. A few months be- fore, at the Washington Conference, he had given an outline of the ideas which he sustained with regard to the trasmis- sion of Yellow Fever, which clearly shows the conception which was working in the mind of the investigator. 1 here will also be found in this book other papers winch reveal the originality of his genius, his marvellous activity and won- derful tenacity. The people of Cuba may well enjoy a proud satisfaction in thus offering to the world this selection from the publications of one of her most worthy sons.

The Biographical Notes which are published herein, give a most exact and detailed idea of the life of the man, his merits and virtues as well as the honors and recompenses which have been bestowed on him.

Before finishing these lines, however it is proper and fittino- to express the testimony of gratitude due to the ( om- S charged with the publication of tins book Doctors Juan (¡uiteras, Enrhme 15. Barnet, dose Antonio Lopez del Valle and Jorge Le Roy y Cassá have done a work of merit compiling, investigating, comparing notes, translating and selecting from documents, reviews, magazines, Pampldets and manuscripts and supervising the final work of topo- grapher. It is therefore gratifiymg to make Ins acknow- ledgemenl public, as well as the fact that as sole recompen-

IX

sations to their labor, they feel the satisfaction of having faithfully accomplished the duties which they accepted.

The mission of the Cuban government, as far as the pa- pers of Dr. Finlay are concerned, is by this book fulfilled. It is now the turn of the people of Cuba through their own ini- tiative, to settle the debt which they have contracted with the eminent investigator. The debt is only to be cancelled with either marble or bronze. This book comes to be the pedestal on top of which there will be erected the statue which will remind the coining generations of the name of this august son of Cuba who rose above all others in the horizon of scientific attainments.

dr. mantjel VARONA SUAREZ,

Secretary of Health and Charities.

DATOS PRELIMINARES

I "RELIMINARY DATA

i) n C R E E

REPUBLIC or ci iiv

the hllleWl *Jmlnl»tr«tl..n ..I the I nltrJ State*.

M M. 1130.

Havana, Novemher :?nth. I!) -

Whereas, among the importanl work done and scientific researches carried on for many years by Doctor Carlos J. Pinlay, bis investigation Leading to the dial overy of the means of trasmitting yellow fever is one of the most prominent, this invaluable discovery having afforded an efficient means of combating the aforementioned disease, the prevention of which was until then considered impossible;

Whereas, bis services have been of immense benefit to Humanity, have contributed to an invaluable acquisition for Science, and constitute a greal honor for Cuba;

Whereas, the people of Cuba are in duty hound to ack- nowledge in some manner their appreciation of so importanl

ice, and

Whereas, the Academy of Medical, Physical and Natural Sciences of Havana has transmitted to this Government the resolution adopted by the National Medical Congress held in this City in the month of May. ühió, r< mmending that pro- per provision be made by the state to Becure tin ufort of

I >r. < arlo-- .1. Kin lay during the remaining years of his life;

\o\\, therefore, I. Charles I'.. Magoon, by virtue of the powers vested in me as Provisional Go\ ernor of the Republic I aba, herebj

DECR I: TOS

REPI Bl IC \ Dl CI H\ B»|o la kdmlnUtracMfi Provisional Je i.» EUtado* i nijm.

mm. L130. Habana, 30 de aoviembre de L9©í

POR I DANTO, entre loa importantes trabajos y estu- dios científicos realizados durante gran número <!<• años por el Dr. Carlos J. Finlay, figura en lugar prominente el <1<- ha- ber descubierto el medio de transmisión de la fiebre amarilla, r<>]\ cuyo inapreciable descubrimiento ha podido ser i ombatida de un modo eficaz la expresada enfermedad, que fué conside- rada basta entonces como <!<■ imposible profilaxis.

POR CUANTO, tan importante descubrimiento consti- tuye para la Humanidad un bien inmenso, para la Ciencia una conquista inapreciable, y para Cuba una grande honra.

POR CTJ WT«). e] pueblo de Cuba está en el deber de corresponder '!<• algún »<1« á tan importante servicio pres- tado: v

POR CUANTO, la academia de Ciencias Médicas, Fí- sicas y Naturales de la Habana ha transmitido bierno el acuerdo adoptado por el Congreso Médico Nacional celebrado en esta < 'apital en mayo de 1!»"~>. recomendando que por <•! Estado ><• proveyese I" conducente á asegurarle des canso i'ii los últimos años de su laboriosa vida al Dr. Carlos .1. Finlay;

POl TANTO, Yo, Charles E. Magoon, en uso de las facultades de que estoy investido < •< »i 1 1- » Gobernador Provisio- nal de la República de Cuba, por el presente

XVI

EESUELVO

ÜiiüSi

hace el pueblo de Cuba ^^.^ ^

nnpriSan ?n un vlmen no mayor de <****%g¡¡^ ^1,000 ejemplares, aquéllos que el propio .^KtL mine, cuyo costo se satisfará con cargo a los fondos del soro no afectos á otras obligaciones. UtólíL chaeles e. MAGOON,

Gobernador Provisional.

MM. 912. Habana, 29 de septiembre de 1910. V

Resultando que el Decreto número 113C ¡de 30 £ »"££ bre de 1908, del Gobierno Provisional de Cuba, en su «eso Son Tercera, dispone la publicación de las obras del 1».

CMRSÍnSyque el Secretario de Sanidad y Beneficencia ha h?cnfp^senteáe7ta presidencia que la P^licacimdelas rífeS obras es de suma utilidad ala salud publica j ala

^Str^oloíbeneficios que ha de reportar en el «tai

moral!'! Cub* el debid nocimiento de esos trabajos den-

l) Gaceta Oficial, l.° oct. 1910.

xvn

tíficos del Dr. Carlos J. Finlay, descubridor del medio de transmisión de la Fiebre Amarilla; como Presidente de la República, en virtud de las facultades que me conceden la Constitución y las Leyes vigentes, á propuesta del Secretario de Sanidad y Beneficencia,

RESUELVO

I. Que por la Secretaría de Sanidad y Beneficencia se proceda á la publicación de las obras del Dr. Carlos J. Finlay, en la forma en que establece el citado Decreto y en la mencio- nada Resolución.

II. Que el costo de esa publicación no exceda de $3,000, cuya cantidad se abonará con cargo á los sobrantes del Pre- supuesto anterior de la Secretaría de Sanidad y Beneficencia.

III. El Secretario de Sanidad y Beneficencia queda, por la presente, encargado del cumplimiento de las anteriores disposiciones.

josé m. GOMEZ,

Presidente. M. VARONA SUAREZ,

Secretario de Sanidad y Beneficencia.

Habana, 30 de octubre de 1910.

En vista de lo dispuesto en el Decreto núm. 912, fecba 20 de septiembre, del Honorable Presidente de la República, y con el fin de dar el más exacto cumplimiento al propósito elevado, á la vez que científico y patriótico, de publicar un libro con los trabajos selectos del Dr. Carlos J. Finlay y que han hecho inmortal su nombre glorioso por los beneficios incalculables que su trascendental descubrimiento ha reportado á la hu- manidad al sentar la doctrina que ha servido de base para la extirpación de la Fiebre Amarilla y llenado de legítimo orgu- llo á esta tierra que le vio nacer ; habida cuenta de que para la recopilación, selección y publicación de los susodichos tra- bajos se hace necesario el nombramiento de una comisión que á la mayor brevedad posible término debido á la obra v teniendo en consideración que los Dres. Juan Guiteras, En- rique B. Barnet, José Antonio López del Valle y Jorge Le

Will

Roy y Cassá, por su competencia reconocida, sus relaciones

diarias con d ])r. Finlay desde la fundación del Departa- mento de Sanidad, en el que han colaborado incesantemente para sostener en la práctica los beneficios de aquella doctrina, y su actividad y pericia en este «••enero de tareas, por lo que reúnen todas las condiciones que se requieren al efecto; en uso de las facultades que me confiere el Decreto mencionado, resuelvo por el presente:

I. Nombrar á dichos Dres. Guiteras, Barnet, López del Valle y Le Roy, para que en el plazo no mayor de quince meses lleven á cabo la recopilación, selección y publicación de las obras del Dr. Finlay, con sujeción á lo dispuesto, en- tendiéndose además con todo lo relativo á la parte material del libro, condiciones y celebración de la subasta correspon- diente, dirección de la impresión, recibo y distribución del libro y entrega oportuna en esta Secretaria á mi cargo, del expediente y comprobantes justificativos del costo detallado de la publicación y reparto de la obra.

II. La Comisión no recibirá remuneración alguna por este trabajo.

dr. mantel VARONA SUAREZ,

Secretario de Sanidad y Beneficencia.

EL DR. CARLOS J. FINLAY

APUNTES BIOGRÁFICOS

POR EL DR. JUAN GUITERAS

Carlos Juan Finlay x) nació eu la ciudad de Camagüey, Cuba, el día 3 de diciembre del año 1833. Fueron sus padres. Eduardo, escocés, é Isabel de Barres, francesa. Es, por consi- guiente, como el otro gran antillano, Alejandro Hamilton, vas- tago ilustre de dos grandes nacionalidades : Francia y Escocia.

En la primera infancia aun, pasó con su familia á la Ha- bana, residiendo hasta la edad de once años en esta capital y en Guanímar, donde poseía su padre uno de los cafetales que por aquella época enriquecían y hermoseaban la zona de Al- quízar. Allí la vida del campo probablemente despertó en él la vocación por los estudios de la naturaleza, mientras que re- cibía, al mismo tiempo, esmerada educación de su tía Ana, que hubo de dejar una escuela que tenía en Edimburgo para ve- nir ¿í vivir al lado de su hermano.

A la edad de once años, en 1844, fué enviado á Francia donde prosiguió su educación escolar en el Havre hasta el año 1846, en que tuvo que regresar á Cuba por haber sufrido un ataque grave de corea. Esta afección dejó en él la huella de cierta tartamudez de que curó por una enseñanza metódica que instituyó su padre, sin que haya desaparecido nunca por completo cierta lentitud y dificultad que caracterizan su len- guaje hablado y que parecen proceder más bien de la menta- lidad que de un defecto de articulación.

Volvió á Europa en 1848, para completar su educación en Francia ; pero la revolución de aquel año le obligó á permane-

1) El Dr. Finlay fué bautizado con los nombres Je Juan Carlos; pero firmó siempre Carlos Finlay, hasta que su hijo Carlos Eduardo empezó á ejercer la medicina. En- tonces el padre adoptó la inicial J. para diferenciar las dos firmas.

cer en Londres, y cerca de un año en Maguncia. Ingresó por fin en el Liceo de Rouen, donde prosiguió sus estudios hasta el año 1851, en que tuvo que volver á Cuba á convalecer de un ataque de fiebre tifoidea.

Se trató entonces de hacer valer sus estudios hechos en Europa con el fin de ganar el bachillerato é ingresar en la universidad de la Habana para el estudio de la medicina; pero no siendo esto posible, tuvo que pasar á Piladelfia, donde no se exigía, para cursar los estudios médicos, grado alguno de facultad menor. Cursó, en Piladelfia, la carrera de medicina, doctorándose el 10 de marzo de 1855, en el Jefferson Medical College, plantel donde habían estudiado antes Brovn-Séouard y Marion Sims. Entre los profesores de aquella facultad, el que parece haber hecho más honda im- presión en la mente del joven Finlay, fué John Kearsly Mitchell, el primero, tal vez, en enunciar y mantener de una manera sistemática, la teoría microbiológiea de las enferme- dades. El hijo de este profesor, hoy el famoso S. Weir Mitchell, recién llegado entonces de París, de las aulas de Claude Ber- nard, como preceptor particular del joven cubano y profesor auxiliar en la escuela filadelfiana, debió de influir también fa- vorablemente en el desenvolvimiento del genio de nuestro paisano. Establecióse entre los dos una buena amistad que se ha mantenido hasta la fecha. ''Fué Finlay, me escribe el Doc- tor Mitchell, el primer alumno que tuve, y dirigí sus estudios durante tres años. En vano le insté para que se estableciese en Nueva York donde residían á la sazón muchos españoles y cubanos, consejo que, por fortuna, hubo de desatender.*'

El Dr. Finlay revalidó su título en la Universidad de la Habana el año 1857.

Domina en la familia de los Finlay, según le he oído á nuestro biografiado, un espíritu de aventuras. Su padre ejer- ció la medicina en diversos lugares y países, y uno de sus tíos combatió por las libertades americanas en los ejércitos de Bo- lívar.

Recién graduado, en 1856, pasó < 'arlos Finlay á Lima, con su padre, y des] mes de probar fortuna durante algunos meses, volvió á la Habana. De nuevo repitió la tentativa en el año siguiente con el mismo resultado. En lstiO-til estuvo en París. frecuentando las clínicas de los hospitales y dedicándose á es- tudios complementarios. En 1864, intenté, establecerse en Matanzas, experimento que duró también pocos meses. Don- dequiera que iba. dedicábase al ejercicio de la medicina en ge- lera!, especializando algo en la oftalmología.

Casó el Dr. Finlay en la Habana, el 16 de octubre de 1865, con la Srta. Adela Sbine, natural de la Isla de Trinidad, mu- jer adornada de notables dotes intelectuales que, con tier- na fidelidad, puso siempre al servicio del esposo. El matrimo- nio ha constituido una familia respetabilísima por todos con- ceptos en la sociedad habanera.

Además de los viajes ya mencionados, el Dr. Finlay salió de Cuba en junio de 1869, para visitar con su esposa el lugar del nacimiento de ésta, la Isla de Trinidad, y retornó á la Ha- bana en diciembre del mismo año. Pasó también los últimos meses del año 1875 en Nueva York por la salud de su esposa.

En el año 1881, fué á Washington como representante del Gobierno colonial ante la Conferencia Sanitaria Internacional allí reunida y escogió aquella ocasión para enunciar por pri- mera vez su teoría de la transmisión de la fiebre amarilla por un agente intermediario.

Al estallar la guerra hispano-americana, el Dr. Finlay, que tenía entonces sesenta y cinco años, pasó á los Estados Uni- dos á ofrecer sus servicios al Gobierno americano, é insistien- do con su amigo el Dr. Sternberg, Jefe entonces de la Sanidad militar, tuvo éste que enviarlo á Santiago de Cuba, donde hizo vida de campaña con las tropas sitiadoras, manteniendo, como lo hacía en todas las ocasiones oportunas, las ventajas que á las mismas reportaría la aceptación de sus opiniones sobre la transmisión de la fiebre amarilla.

Al volver á la Habana el año 1898, el Dr. Finlay se diri- gió á los oficiales de la Sanidad Militar americana, al Gobier- no y á la Prensa médica de los Estados Unidos, proponiendo su nuevo plan de campaña contra la fiebre amarilla, el mismo que, aceptado más tarde, hubo de desarraigar en nuestro te- rritorio la secular endemia.

Hermoso espectáculo, que no olvidará el que esto escribe, fué la recepción que hizo el Dr. Finlay á las comisiones científi- cas que vinieron, á la sombra del nuevo pabellón, á estudiar la fiebre amarilla. Con entusiasmo generoso explicaba sus doc- trinas, mostraba sus copiosas notas, sus experimentos, sus aparatos, sus mosquitos, y se ofrecía para coadyuvar en cual- quier forma á las experiencias que se hiciesen.

El Dr. H. E. Durham que, con el Dr. Walter Myers, pa- saba en Comisión de la Escuela de Medicina Tropical de Li- verpool á estudiar la fiebre amarilla en el Brasil, se detuvo al- gunos días en la Habana é informaba á su escuela en los tér- minos siguientes: "Es un hecho incontrovertible que el Dr. Carlos Finlay de la Habana, fué el primero en establecer la

experimenta) ion directa para probar sus ideas sobre el papel que desempeña el mosquito en la transmisión de la fiebre

amarilla. Su método consistía en alimentar mosquitos con sangre de casos de liebre amarilla antes del sexto día de la enfermedad y aplicarlos después, con un intervalo de 4S lunas á 4 ó 5 días, á personas susceptibles. Su idea era producir una infección ligera con el objeto de obtener la inmu- nidad."

"En una agradable conversación que tuvimos con el ama- ble doctor el 25 <le julio de 1900, nos informó de numerosos de- talles de sus experimentos comenzados en el año 1881 La

clase de mosquito escogido por el Dr. Finlay para sus expe- riencias era el Stegomyia fasciata, que él llamaba Culex mos- quito. Hubo de tijarse en esta especie por ser el mosquito de las ciudades."

Igual acogida tuvo la Comisión de médicos del ejér- cito americano á la cual entregó él mismo los mosquitos con que comenzaron las experiencias que habían de confirmar definitivamente la doctrina que venía sosteniendo desde veinte años atrás. ¡ ( !on qué generoso interés siguió las experiencias de esta Comisión, reconociendo desde luego la imperfección de sus propios métodos, admirando con candor infantil los pro- cedimientos nuevos bacteriológicos y los resultados demostra- tivos que se iban obteniendo, admiración de la obra en y que. con demostraciones de verdadero afecto, extendía á los prota- gonistas de la obra, los miembros de la Comisión, y los indivi- duos que se prestaban á las inoculaciones!

En el año 1902, al terminar la primera intervención ame- ricana, el Gobierno de la República, por indicación del Dr. Diego Tamayo, Secretario de Gobernación, hizo justicia á nuestro ilustre compatriota, nombrándole Jefe de Sanidad de la República y Presidente de la Junta Superior de Sanidad. Después de esta fecha el Dr. Finlay salió varias veces al ex- tranjero en representación de nuestro Gobierno ante varios Congresos de carácter sanitario. Tuve la satisfacción de acompañarle siempre. Donde quiera que iba. su personalidad atraía las más sinceras demostraciones de respeto y cariño, como tributo á su genio y á sus grandes virtudes. En la Se- sión XXXI de la American Public llmlth Association, cele- brada en Washington en octubre de 1903, fué electo Presidente de la Asociación para la reunión que se celebró en la Habana en enero de 1905, con brillante éxito.

Numerosos son los honores que se han tributado al Dr. Finlay por corporaciones y publicaciones nacionales y ex-

XXIII

tran jeras. El cuerpo médico de la Habana, conjuntamente con oficiales del ejército americano y presidiendo el General Leo- nardo Wood, celebró con un gran banquete y la presentación de una estatua simbólica del genio, el triunfo de las doctrinas de Finlay en el año 1900.

Su Alma Mater, el Jefferson Medical College, le confirió el Doctorado en Leyes, ad honorem, y á propuesta del Dr. Mit- cbell, el College of Physicians de Filadelfia le hizo socio de honor. La Escuela de Medicina Tropical de Liverpool le otor- gó, en 1907, la medalla Mary King si eg con que viene recom- pensando el mérito de los grandes descubridores en el campo de la Medicina Tropical, como Manson, Ross, Koch. El Gobierno Provisional de Cuba, el ministro de la Gran Bretaña y la Uni- versidad Nacional contribuyeron á solemnizar este acto que se celebró en el Aula Magna de la Universidad. En 1908, el Ministro de Francia, en nombre de su Gobierno, ante nume- roso público, en los salones de la Academia de Ciencias, le con- decoró con la insignia de Oficial de la Legión de Honor. El Gobierno de la segunda Intervención, por gestiones del Co- ronel J. R. Kean y á propuesta del Primer Congreso Médico Cubano, le asignó una pensión vitalicia y ordenó la publicación de sus obras. Recientemente (8 de noviembre, 1911) el Dr. Finlay ha sido nombrado Miembro Corresponsal de la Aca- demia de Medicina de Francia.

Nuestras sociedades científicas siempre recibieron con respeto sus comunicaciones aun en los tiempos en que sus teo- rías eran juzgadas como extravagantes. Particularmente la Academia de Ciencias, donde gustoso ofrendó siempre las pri- micias de su genio, le acogía en estos últimos años con especia- les muestras de cariño y consideración.

Y no podía ser de otra manera si se tiene en cuenta el carácter del hombre: genial, bondadoso, modesto, fuer- te en una rectitud de principios verdaderamente extraordina- ria que se apoyaba en la más profunda reverencia por la ver- dad y en una fe religiosa de gran devoción. Grande fué su gratitud á los que le ayudaron en su obra, debiendo citarse como especial ejemplo su recuerdo siempre entusiasta para con el Dr. Claudio Delgado, su compañero de trabajo, y para los Padres de la Compañía de Jesús que fueron los primeros en prestarse á sus inoculaciones por el mosquito.

Veamos por un momento qué características de raza pue- den haber influido en la evolución de esta mentalidad y de este carácter extraordinarios. Heredó del escocés la intensidad y el ardor en la persecución de un objetivo, así como la discipli-

na lógica y la afición á teorizar sobre problemas abetrusos, y á discutir sobre ellos, sin perder, aun en medio del mayor en- f rascamiento, el hilo de oro de la aplicación práctica. Del fran- cés tuvo la amabilidad, la cortesía, la imaginación viva y el amor á la gloria que, aunque no aparece en la superficie, ha servido sin duda de estímulo al escocés; y no aparece en la su- perficie, ni tampoco otras cualidades de acometividad llegan á tocar en la arrogancia ni afean en manera alguna su carác- ter, porque lo encubre todo la más exquisita modestia que, me complazco en creer, le prestó nuestro ambiente criollo de aquel tiempo, juntamente con el amor intenso á la patria cubana.

Aunque la obra de Finlay es variadísima y lleva siempre en todas sus nía ni testaciones el sello de una gran originalidad, queda, sin embargo, todo obscurecido ante la labor inmensa y las geniales concepciones que consagró á los problemas de la liebre amarilla.

Empezó á dedicar su especial atención á ellos en 1872, año en que publicó su primer memoria sobre la alcalinidad del aire como causa de la enfermedad. Profundamente obsesiona- do en estos estudios lo encontró la Comisión Americana que visitó la Habana el año 1879, y que puede contarse entre los tactores que le sugirieron la nueva vía de investigación. La Comisión americana sostenía que la fiebre amarilla era pro- ducida por un germen vivo que se desprendía del enfermo, pero que estaba obligado á sufrir alguna alteración en el am- biente, en la casa, en las excretas, antes de encontrarse en con- diciones de infectar el cuerpo sano. No es difícil reconocer en estas teorías algo que puede haber sugerido la idea del insecto intermediario, como también contribuyó á la sugestión, según nos relata el mismo Dr. Finlay, la lectura, en la Botánica de van Tieghem, del papel intermediario del agracejo en la evo- lución de la roya, enfermedad parasítica del trigo, producida por la Pucdnia gra/mminis. Al año siguiente, 1880, empezó á encaminarse por nuevas vías y en 1881 enunció las proposicio- nes que verá el lector en el curso de este libro y que proclaman su gran descubrimiento. Después de aquella fecha no cesó un momento en su tenaz empeño.

Desde el punto de vista de la epidemiología, y con los ar- gumentos de esa ciencia y sus hermanas la historia, la meteo- rología, la zoología; estudiando los hábitos y distribución geográfica de la estegomía, y la influencia, por ingeniosos ex- perimentos comprobada, que sobre ella ejercen las variacio- nes de la temperatura y de la presión atmosférica, el Dr. Fin- lay demostró perfectamente la verdad de su doctrina. Si no

logró convencernos, culpa nuestra fué y no de su genio cla- rividente.

La gloria de Finlay es comparable á la de Manson. Este en Ainoy y aquél en la Habana fueron los fundadores de la doctrina de la transmisión de enfermedades por insectos chu- padores de sangre. Ni ellos pueden disminuir en un ápice la gloria de sus sucesores, Smith y Kilbourne, Grassi, Ross, Koch, Read, Lazear, Carroll, Agramonte, Laveran, Bruce y otros, ni la obra de estos amengua en nada la de los iniciadores.

Con anterioridad á los trabajos de Manson y Finlay, nada encontramos en la historia de estos asuntos. No existe dife- rencia alguna entre las creencias populares de los negros de Africa ó de los campesinos italianos que creían que las fiebres de sus comarcas eran producidas por las picaduras de mosqui- tos, y los escritos de Nott, Beaupertlmy y King. El que siga estos autores cronológicamente puede imaginarse, á primera vista, que está siguiendo el proceso de evolución de una gran doctrina; pero pronto se encuentra encerrado en un círculo vicioso que le vuelve á traer á los negros de Africa; ninguno tocaba en la clave del problema la transmisión de un parásito del enfermo al sano. Parece, por un momento, que Beauper- tlmy, por lo menos, señala la especie de mosquito, "el zancudo bobo, á pattes rayées de blanc" como el culpable de la infección amarilla ; pero estudiando bien su obra, se verá que ni el mos- quito de Beaupertlmy es la estegomía, ni tampoco lo señaló él como agente productor de la fiebre ; al contrario, lo desechaba por ser un mosquito casero, precisamente la razón en que se fundaba Finlay para escogerlo entre todos los demás ; el fran- cés imaginaba algo que pudiese traer la fiebre de los pantanos y de las materias en descomposición; el cubano veía la trans- misión de hombre á hombre ; ahí está la diferencia fundamen- tal : aquello era una quimera, esto era la verdad.

No es sólo en el campo de la fiebre amarilla que el Dr. Finlay se hace acreedor á la gratitud universal. La inventiva de su claro ingenio descubrió, ó dio forma práctica, á la solu- ción del problema del tétanos infantil. En el año 1903, el Dr. Finlay fijó su atención en este importante asunto y, con una precisión verdaderamente admirable, sugirió al Dr. Dávalos que examinase bacteriológicamente el pábilo que el pueblo usaba para la ligadura del cordón umbilical. La investigación dio por resultado que, efectivamente, esta cuerda suelta de al- godón era un nido particularmente rico en bacilos del tétanos. En aquel mismo año sugirió el Dr. Finlay la preparación de una cura aséptica para el ombligo, la cual, desde entonces, vie-

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no distribuyéndose gratuitamente, en paquetes cerrados, por el Departamento de Sanidad, habiéndose reducido, en conse- cuencia, la mortalidad ]><>i- el tétanos de 1,313 en el año 1902 á 576 en el año 1910.

La laboriosidad del Dr. Finlay es pasmosa. En medio del trabajo constante de su profesión y de la producción frecuente de escritos sobre asuntos de Patología y de Terapéutica, en los que se adelanta generalmente á sus compatriotas, como puede verse en sus trabajos sobre la filaría y el cólera, encuen- tra tiempo, por ejemplo, para descifrar un antiguo manuscrito en latín, haciendo acopio de datos en fuentes históricas, herál- dicas y filológicas para comprobar que la Biblia en que aparece el escrito hubo de pertenecer al Emperador Carlos Y. en su retiro de Yuste, ó trabaja en la resolución de problemas de ajedrez, de altas matemáticas ó de filología : ó elabora compli- cadas y originales teorías sobre el Cosmos, en las que figuran hipótesis atrevidas sobre las propiedades de las substancias coloideas y el movimiento en espiral. Más recientemente, en medio de la labor mecánica y cansada de una gran oficina del Estado, y cumplidos ya los setenta años, se familiariza, basta conocer á fondo toda la doctrina de la inmunidad y las teorías de Metchnikoff, Ehrlich, Buchner, presentando su propia concepción del intrincado problema.

La designación del Gobierno para enviarle como repre- sentante al Congreso de Higiene y Demografía de Berlín en 1907, espolea aquellas grandes energías y revive los estudios sobre la influencia de la temperatura en la propagación de la fiebre amarilla por su acción sobre el mosquito, estudios que, en sus principios, habían contribuido á fijar en su mente la teoría que le ha hecho inmortal. Esta fué la última producción de aquel claro ingenio, antes de que apagase su lumbre la sombra de los años.

La obra de Finlay puede resumirse en muy pocas pala- bras; él descubrió que la fiebre amarilla se transmitía por la picadura del mosquito estegomía, y él inventó un método se- guro para la extinción de la enfermedad. Contemplando los beneficios que á la humanidad reporta la labor de nuestro com- patriota, decíamos en el primer < ¡ongreso Médico Nacional : "Y si nuestra satisfacción es grande, señores, cuál n<> será la del hombre, tan insinué como modesto, (pie, por un esfuerzo inte- lectual que tiene pocos semejantes en la historia del pensa- miento humano, hizo posible todo ese fenómeno sorprendente, ese beneficio sin igual.*'

DR. CARLOS J. FINLAY

BIOGRAPHICAL NOTES

BY DR. JUAN GUITERAS

Carlos Juan Finia y 1) was born in the city of Puerto Principe (now Camagiiey), in the Island of Cuba, on the 3rd of December, 1833. His father was Edward, a Scotch physician, and his mother, Isabel de Barres a native of France. Like to one other great Antillean, Alexander Hamilton, he was born of two great races, the Scotch and the French.

While he was still in his infancy the family moved to Havana where the boy grew to his eleventh year, residing at times in the Capital, and at times in Guanimar where his father owned one of the coffee plantations which made the country about Alquizar famous for its wealth and beauty. We can well imagine that the life of young Finlay in the open awakened his love for the study of Nature. He received at the same time his school education at the hands of his aunt Anna who had given up a school she kept in Edinbugh to reside with her brother.

In 1814 Carlos was sent to France and studied in a school at the Havre until 1816 when he had to return to Cuba on account of an attack of chorea. This disease left him with a serious stoppage in his speech which was cured after a careful course of training instituted by his father. We notice to this clay, however, a peculiar slowness and confusion in the enunciation of ideas through articulate speech, a defect that seems to be rather mental and in some way connected with bis very decided absentmindedness.

He returned to Europe in 1848 to complete his education

1) Dr. Finlay was christened Juan Carlos, but having signed always Carlos, he took the J. as a middle name when his son Carlos K. began to practice medicine.

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in France, but the revolutionary movements of that year obliged him to remain for a short time in London, and during "iic year in a school at Mentz on the Rhine. I [e entered college at last in Rouen where he continued liis studies until L85] when he returned to Cuba to convalesce from an attack of typhoid fever. The Spanish law at the time would not validate for the degree of Bachelor in Alls, the college courses followed in France, and he came to Philadelphia where the said degree was not necessary for the study of Medicine.

lie graduated in Medicine on the 10th of March 1855 from the Jefferson Medical College, the same institution which had contributed to the development of the genius of Marion Sims and of Brown-Séquard. Of the members of that distinguished Faculty, the one who seems to have most profoundly influenced the mind of our student, was John Kearsly Mitchell, the first to maintain systematically the germ theory id' disease. The son of Professor Mitchell, Dr. S. Weil Mitchell, famous today as physician and author, then recently arrived from Paris and from the laboratories of Claude Ber- nard, was the private preceptor of the Cuban student, and a bond of friendship that has endured to this day, was established between them. "I endeavored, Dr. Mitchell writes me. in vain to pursuade Finlay. who was three years a student in my office indeed was my first student to settle in Xew York where there were many Spaniards and many Cubans. Fortunately he made up Ins mind not to take my advice."

Dr. Finlay incorporated his diploma in the University of Havana in 1857, and began the practice of his profession.

Thi' spirit of adventure prevails in the Finlay family, as I have heard the Doctor say. His father practiced medicine in various places and countries, and one of his uncles A\as a follower of Bolivar in the war for independence in South America. The life of our Finlay shows to some extent the same tendency. Recently graduated, in 1856, he went to Lima, Peru, with his father to court success in medical practice; he returned to < fuba, hut once again the experiment was tried for a few months in the following year with the same results. In 1860-61 we find him in Paris following the hospital clinics and taking up some special studies. Tn 1864 he endeavored for a few months to establish himself in practice in the then flourishing city of Matanzas, not far from Havana. Wherever he went he took up the practice of general Medicine specializing somewhat in ophthalmic surgery.

On the 16th of October, 3865, lie married, in the city of Havana,