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saínete lírico

e& 00 acto, dividido en tres cuadros, eo prosa y verso, orígioal

MÚSICA DEL

]IA£!$TRO €CR£€£DA

Cop^righ, bp Ramón flsensio Mds v Miouel Chapí, 1913

SOCIEDAD DE AUTORES ESPAÑOLES Húñ9* Balboa. 12

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LOS HOM

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Esta obra es propiedad de sus autoies, y nadie po- drá, sin su permiso, reimprimirla ni representarla en España ni en los países con los cuales se hayan cele- brado, ó se celebren en adelante, tratados internacio- nales de propiedad literaria.

Los autores se reservan el derecho de traducción.

Los comisionados y representantes de la Sociedad de Autores Españoles son los ^ncargados exclusivamente de conceder ó negar el permiso de representación y del cobro de los derechos de propiedad.

Dioits de representation, de traduction et de repro- duotion reserves pour tous les pays, y compris la Sué- de, la Norvége et la Hollande.

Queda hecho el depósito que marca la ley.

m LOMBRES DE GENIO

saínete lírico

en UQ acto, dividido en tres cuadros, en prosa y verso,

ORIGINAL DE

1{fl|BÓN flSEHSIO IWflS y miGÜEIi CJflPÍ

MÚSICA DEL

MAESTRO CERECEDA

ístreíado, con extraordinario éxito, en el TEATRO DE NOVEDADES de Ma drid, la noche del 12 de Mayo de 1913

^

MADRID

fi. Velasoo, Imp., Marqués de Santa Ana, 11 dap ^

Teléfono número 661

1913

Al notable primer ador V director del Teatro de Novedades,

Antonio Carda Ibánez,

que interpretó el papel de Señor IWatías V puso en escena este saínete con una maes- tría V un cariño que nunca le agradecerán bastante,

RKPARTO

PERSONAJES

ACTORES

SOLEDAD Seta. Riaza.

LA SEGOVIAN A Sba. Fuerte». .

SEÑA ANTONIA Sknea.

CHULA 1.a Seta. Alba.

ídem 2.» Opellon.

ídem 3.a OatalIn.

SEÑOR MATÍAS Se. Gaecí a Ibáñezv.

ANICETO GÓMEZ.

PACO EL POLLERO Codoeniú.

MANUEL Lloeens.

EL QUE CANTA Alabes.

EL QUE TOCA. Galán.

GUARDIA 1.0 Aznaees.

ídem 2.0 Gallo.

CHULO 1.0 Alares.

ídem 2.0 Salas.

ídem 3.0 Vega.

EL AMO DEL AMBIGÚ Aznaees.

EL mozo Gallo.

EL BASTONERO Toha.

Coro general, criadas, chiquillos y gente del pueblo

La acción en Madrid. Época actual

Derecha é izquierda, las del actor

Para esta obra pintaron tres hermosas decoraciones los acreditados escenógrafos Sres. Gayo y Ripoll.

ACTO ÚNICO

CUADRO PRIMERO

La escena representa el interior de una de las naves del mercado de la Plaza de la Cebada. A la derecha, en primer término, un cajón ó puesto de verduras y frutas con grandes banastas de patatas, tomates, etc. a la izquierda, también en primer, término, otro puesto grande y lujoso con mostrador de mármol y peso colgado. Dando frente al espectador y colocado en sitio conveniente, un le- trero que dirá: «La robustez,— Despacho de carnes». Los segundos términos, de izquierda y derecha, libres. Al foro y frente al pú- blico, dos puestos más; uno de pescadería y otro ie aves de caza Entre ambos, una calle que se prolonga en línea recia hacia el fondo en el que se verá una de las puertas del mercado. Son las primeras horas de una mañana de verano.

ESCENA PRIMERA

La SEÑA ANTONIA, en el puesto de finta y verduras. El SEÑOR MATÍAS y ANICETO, detrás del mostrador de la carniceiía al que se agolpa, gritando y gesticulando, un grupo de CRIAL:AS. Luego, por la derecha, un pelotón de GUARDIAS DE SEGURIDAD. Mas tarde y por el mismo lado, la SEGOVIANA y CORO DE VERDULERAS

Música

Criadas ¡Señor Matías!... ¡Señor Matías!...

Unas ¡Ande usté pronto!

Otras ¿Qué aguarda usté?

Unas ¡Señor Matías!...

Otras ¡Señor Matías!...

607465

- 8

Otras ¡Misté que es tarde!...

Otras ¡Despácheme!...

Todas ¡Ay, qué pachorra!...

Matías (Con mucha calma.) ¡Pero, hijas mías!

Todas ¡Si es que es muy tarde, señor Matías!...

Unas ¡Ande usté pronto!...

Otras ¡Despácheme!

Todas Señor Matías, señor Matías,

¡vaya una sangre que tiene usté!

(Fuerte vocerío dentro. Silbidos, mueras y escáudalo de motín.)

Hablado sobre la música

Ant. ¡Puñales! ¿Qué sucede? (Sale del puesto y se

sitúa ea el centro de la escena.) Criadas ¿Qué es eso?... ¿qué pasa?... (sigue en aumento

el escándalo.)

Matías ¡Mi madre!,.. ¡Ya se han amotinao las am-

bulantas otra vez! Ant. (indignada.) ¡Si les digo á ustés que se está

poniendo el oficio!...

(Aparece por la derecha- un pelotón de Guardias en completo desorden y perseguidos por una granizada de pimientos, tomates y toda clase de hortalizas. En vano desenvainan los sables y gritan:-! Alto á la autoridad! —Las revolucionarias los acosan y los Guardias tienen que ponerse en precipitada fuga por el segundo tér- mino de la izquierda á tiempo que aparecen por la de- recha las Verduleras capitaneadas por la Segoviana á quien llevan en hombros sus compañeras de motín. Al aparecer las Verduleras arrecian los gritos y el escán- dalo.)

Unas Otras

¡Mueran los guardias! ¡Duro con ellos! ¡Hay que matarlos! ¡hay que arrastrarlos! ¡hay que colgarlos y destruirlos y deshacerlos!

Otras

¡Caiga pa siempre la autoridá!

otras

(Muera el Gobiernol ¡Bien dicho está!

Todas

La voz es libre, la calle libre, y el pueblo libre.. ¡Pues duro y viva la liberta!

Verd. 1.^ (Gritando.)

¡Abajo los guindillas!

Todas (ídem.)

¡Abajo!...

SgQ. (Avanzando retadora.)

Délos calzones de un guardia...

Todas (CoD gran entusiasmo.)

¡Olél Seg. De los calzones de un guardia

tengo que hacerme unos zorros y dárselos al Gobierno pa que se sacuda el polvo. ¡Dale, dale, dale que el mal no es eterno! ¡Ay, Jesús, qué polvo que tiene el Gobiernol Hay que sacudirle pero de verdá, hasta que no queden, por ninguna parte, ministros, ni polvo, ni guardias ni ná.

Todas Dale, dale, dale

que el mal no es eterno, etc., etc.

(Durante la repetición del estribillo algunas verduleras bailan grotescamente.)

Seg.

Hoy debe haber procesión y van á sobrar pendones, porque está aumentando el grupo de guardias de Romanones.

Ala jotR, jota

de las verduleras.

lo- que cuando se enfadan 66 enfadan de veras. A la jota, jota de la liberta, y mueran los viles verdugos del pueblo y viva mil veces la santa igualdá.

Todas A la jota, jota

de las verduleras, etc., etc.

(Mucha animacióu. Vuolven á bailar las verduleras antes y la Segoviana.)

Hablado

Seg. I Viva el gremio de verduleras!

Coro ¡Vivaa!...

Seg. Y viva la liberta y el pueblo soberano y

duro y á la cabeza con tos los guindillas que se nos pongan por delante. ¡Abajo los guindillas!

Coro ¡Abajo!...

(Mutis animadísimo por el segundo término de la iz- quierda repitiendo el motivo del número. Tras las ver- duleras hacen mutis las criadas.)

ESCENA II

La SEÑA ANTONIA, el SEÑOR MATÍAS y ANICETO

Matías Vamos, parece que se aleja el nublao.

Ant. Sí; pero nos ha espantao la parroquia.

Matías (saliendo del puesto suyo y acercándose al de la seña

Antonia.) ¡Toma, como que no hay que perjudique tanto como un motín á la hora de la venta! Y eso que á mí, después de tó...

Ant. Tablas ¿verdá? Hijo, cómo se conoce que

es usté el que se lleva la parroquia de to el mercao.

Matías Verídico. Pero tampoco me negará usté una cosa.

Ant. ¿Cuala?

Matías Que soy el carnicero que tié mejores car- nes.

- 11 -

Ant. Hombre; eso allá á usté.

Matías Con verlo basta; no hay más que echar la

visual al género y... (a Aniceto, que no cesa de afilar la cuchilla, produciendo un ruido desagradable.)

Oye, tú, ¿te sería lo mismo afilarte las na- rices?

Anic. Lo que usté disponga.

Matías Pues anda y si pué ser con sordina, mejor. |Nos ha jorobao el párvulo estel

Anic. (Aparte.) BuGuo; me tié una inquinia que no

me pué ver. Y to por causa del físico. ¿Qué culpa tendré yo de haber nacido tan agra-

ciao? (Maquinalmcute vuelve á afilar con igual ruido que antes.) Matías (volviéndose rápidamente ) ¿Otra vez?...

Anic. (Asustado.) ¡Ay, usté perdone! Ha sido ma-

quinalmente.

Matías (Después de breve pausa y dirigiéndose á la seña An-

tonia.) Y apropósito, ¿y Soledá?

Ant. Fues, no sé; pero ya debía estar aquí.

Anic. (Aparte.) Ya lo creo que debía estar. ¡Ingrata!

Ant. Debe de haber ido á casa la modista porque

como esta noche se inaugura el baile ese... Yo, la verdá, no quería que fuese, pero mi hija se ha empeñao y ya ve usté... ¡Cosas de jóvenes! Y usté ¿no va?

Matías Si me aceptan ustés en calida de anfitrión,, esta noche á las diez podemos reunimos en el café de San Millán. ¿Hace?

Ant. ¡Pues no ha de hacer! ¡Con mil amores!

¡Poquito que me alegro yo de que nos acom- pañe usté!

Matías (contoneándose.) ¡Gracias! .. ¡No es pa tanto!...

Ant. No ha de ser ¡ya lo creo!... Así no se meterá

con nosotras el charrán ese.

Matías (Dejando de contonearse.) Oiga USté, ¿qué cha-

rrán?

Ant. Ese... el Molíate.

Anic. (Prestando atención.) ¿Eb?

Matías (Asustado y tragando saliva.) ¿El Molíate?.., ¿H.^

dicho usté el Molíate?...

Ant. Sí, señor.

Matías (¡Rechufal) Pero ¿el auténtico?... ¿el verda- dero Molíate?

Ant. Sí, hombre, sí; el verdadero Molíate. ¿Qué-

hay?

12

1VI atlas

Ant. Matías

Anic.

Matías

iVIatías

No, na... La sorpresa ^;sabe usté? La sorpre sa... y que ahora que caigo me paece que no las voy á poder acompañar. Anda ¿y por qué?

Porque, si mal no recuerdo, tengo que ha- cer precisamente á esa hora. Digo y ahí está

ese que lo pué decir. (Eu voz alta y haciéndole

señas significativas.) Oye, Aníceto, ¿tú recuer^ das si yo tengo que hacer algo esta noche? No, señor.. Es decir; esta noche... (Aparte.) Me está haciendo señas, (auo.) Aguarde

usté que me recuerde. (Después de pensar un mo- mento.) Sí, señor; tié usté que hacer á las nueve y media,

(a la seña Antonia y fingiendo gran contrariedad.)

Maldita sea Ao está usté viendo?... ¡Si ya sabía yo que esta noche!... (a Aniceto, con mu- cha amabilidad y haciéndole señas.) Y dime, Ani- ceto, ya que tiés esa memoria, dime ¿qué es lo que yo tengo que hacer á las nueve y media? ¿lo recuerdas bien? Sí, señor; acostarle.

(La seña Antonia rompe á reir á carcajadas, burlona- mente.)

Muy bonito. Mándalo á La Tribuna y que te den un bono.

ESCENA III

DICHOS y PACO EL POLLERO

Paco Ant. Paco IVIatías

Paco

Matías

Paco

Matías

Paco

(Acercándose.) Felice?, señores. Hola, Paco. ¿De qué se trata?

De na, hombre, de na. Te lo voy á decir por- que tú, al fin y al cabo, eres un buen ami- go y... ^

(Dándole la mano, con exagerada gravedad.) E/Sti

mando.

(Muy serio también.) GraciaS.

Prosigue.

Bueno, (pausa.) ¿Tú te acuerdas de aquel chi- co moreno, algo reparao de la vista, que te- nía una hermana casa con un banquero? (siu acordarse.) ¿Con un banquero?...

- 13 AHatías Sí, hombre; uno que tallaba con puerta ei>

El Imperial. (La seña Antonia hace signos afirma- tivos.)

Paco ' ¿Tú te refieres á el Molíate?

Ant. Él mismo.

Paco Pues ¿no he de acordarme? [Ya lo creo!...

Piecisamen^e iba yo contigo cuando tuvís- teiá la cuestión en Puerta Uerrada...

Matías Bueno, sí, ya veo que te acuerdas... Pues como te decía...

Ant ¡Ah! ¿Pero el Molíate tuvo una cuestión con

usté?

Matías No .. Es decir, sí... Tuvimos unas palabras...

Paco Unas palabras malsooantes á consecuencia

de las cuales tuvo este un cjo hinchao lo menos dos mescí^.

Ant. jUn ojo! ¿Es posible?

Paco Ya lo creo. Yo no recuerdo bien qué ojo

fué...

Matías El derecho; pero no tuvo importancia. Que me cogió por detrás y me lo puso como un tomate, (a Paco.) Y si me dejas que con- tinúe...

Paco (Dándole la mano, como antes.) Dispensa.

Matías Gracias.

Paco Prosigue.

Matías Bueno.

Ant. |Voy! . (a Paco y Matías.) Con permiso; me lla-

ma una parroquiana. (Vase ai puesto, ai que aca- ba de llegar una criada.)

Matías Bueno, (a Paco.) Continuando. Como re- cordarás muy bien, Soledá, ú séase la hija de la seña Antonia, tuvo relaciones lícitas con el Molíate por espacio de dos meses con- se-cu-tivos.

Paco Lo recuerdo.

Matías (subrayando mucho las palabras y con más calma cada

vez.) Durante aquellos dos meses, el Molíate, que presumía de tacón, tuvo varias cuestio- nes con Antolín el Curial, en las cuales An- tolíü tuvo el honor de quedar á la altura de un insezto, mientras el otro se elevaba á la categoría de San Francisco el (kande.

Paco Proí-igue.

Matías Debido á esto, el su?odicho Molíate llegó á. ser casi más regpetao que el Código en la

^ 14 -

Plazuela de la Cebada y calles adyacentes.

Paco Verídico.

Matías Pero como por entonces dio la casualidá de que la seña Antonia se fijase en las perfec- ciones morales, físicas y químicas, de un servidor, ocurrió lo que tenía que ocurrir; que Soledá, inducida por su madre, le dio al otro la licencia asoluta; que el otro, viéndose

menospreciao, me buscó; (con exaltación cre- ciente.) y como á el que me busca me en- cuentra, quedemos citaos en Puerta Cerra- da, asistí, nos trabemos de palabras, nos en- zarcemos á golpes, le hice correr. . y no pudo alcanzarme.

'Paco Lo último es verdá.

'Matías Lo último y tdo; porque recordarás que lo del ojo no fué nada y que en cuanto me repuse le di un metido en un vacío que pa que se lo llené pa mientras viva, y no hubo allí una hecatombe porque, conocien- do mi carácter, salí corriendo pa evitar un compromiso.

-Paco ¡Como genio, tiés genio!

Matías Quien... ;lo he demostrao ya!

Paco Por supuesto, la chica se habrá ventilao con-

tigo.

Matías i^in comprenderle.) ¿CÓmO?

Paco Quiero decir que te habrá hablao con ente-

ra franqueza y á solas...

JVIatías No; bajo ese punto de vista no se ha venti- lao aún, ni yo con ella. Pa que quiere que nos ventilemos juntos.

ESCENA IV

DICHOS y el SEÑOR MANUEL

JVIan.

Matías

Man.

Paco Man.

¡Señor Matías!... ¡Señor Matías!...

¿Qué ocurre?

¿lié usté por ahí El Liberal? Me acaban de

contar que anoche hubo un crimen superior.

(Con entusiasmo.)

¡Kecorcho! ¿Y eso le entusiasma á usté? Como que si no hay crimen no leo el perió- dico. A déjeme usté de política ni de

15 -

tonterías y denae usté un tiro en la cabeza ó una puñalada en un co>tao, ó un veneno disuelto en la ropa. Eso es bonito y es inte- resante. Donde esté un asesinato hecho á conciencia, boca abajo to Cristo, desde Maura hasta el Chico de la Blusa.

Paco Hay opiniones.

Man. Pero no rué negarán ustedes que los críme-

nes enseñan mucho.

Matías íiQvie si enseñan? Más que una profesora.

Paco De acuerdo.

Matías miusté que una profesora, ¡puesta á en-

señar!...

Paco De acuerdo.

Matías Y ahora, si aceptan ustés unas copas...

Paco Pa luego es tarde.

Man. Yo me quedo á leer la prensa periódica.

Matías Bien hecho. (Bromeando.) Seña Antonia, ¿usté gusta?

Ant. Gracias, hijo. Me lo tiene prohibido el mé-

dico.

Man. (a Aniceto.) Tú, Niceto, dame El Liberal.

Ant. Volando.

Matías (a Paco. Medio mutis.) ¡Miá que es lila el señor Manuel!

Paco (Dándole la mano.) ContCSteS. (Mutis por segundo

término derecha.)

ESCENA V

La SEÑA ANTONIA en el puesto. ANICETO paseándose y mirándola

de reojo como queriendo trabar conversación con ella. MANUEL

sentado en una banasta y leyendo el periódico

Man. Aquí está. (Lee.) «El crimen de ayer. Un. hom-

bre degollao por cinco reales». (sigue leyendo en voz baja.)

AniC. (Después de pasar varias veces por delante de la seña

Antonia.) ¡Si yo me atreviese!...

Ant. (Aparte y con rabia.) ¿Qué buscará estc mos-

cardón?

Anic. (Aparte.) Me va á tirar un tomate, de seguro,

pero yo me lanzo. (Va muy decidido hacia la seña ; Antonia y se detiene á la mitad del camino, sin ánl-

16

mos para seguir adelante. Por fin hace un esfuerzo, se

decide y avanza.) ¿Qué hay, señá Antonia?

¿Está usté mejor? Ant. Bien, gracias.

Anic. (Muy amable siempre.) ¡Caray, pues no Sabe usté

lo que me alegro! Yo, en cambio, si viese

usté lo delicao que estoy!... Estas calores me

van á matar. Ant. ¡Poco se perdíal

AniO. Gracias. (Aparte.) ¡Qué cariñosa! (Después de una

pausa.) Pues vi csos tomates y me dije digo... Hombre, ¿cómo no habrá bajao Soledá?

Ant. Oye, ¿y qué tiene que ver Soledá con los to-

mates?

Anic. Anda, como es la que los expende en ausen-

cia de usté... pues por cfo. Además, no pien- se usté que quiero verla por gusto, es que tengo que darla un recao.

Ant. (indignada.) ¿TÚ?... ¿Un recao tú?... Niceto,

veste ó agarro la pesa de á kilo y te la rom- po en la cabeza.

Anic. Pero señá Antonia...

Ant. Que te largues te digo. eres un pelma y

un sobón que te has empeñao en que mi hija te tié que querer un día ú otro y eso se ha acabao, ¿estamos? Porque pa llevarla por el buen camino está aquí su madre que, á Dios gracias, sabe lo que la conviene y la ha enseñao á hacer puntilla y á espantarse las moscas á pescozones.

Anic. Mecachis en diez...

Ant. Y ahora óyelo bien y hazte un nudo pa que

no se te olvide: Mi hija, ( stá comprometida con tu amo, con el señor Matías que, siquie- ra, es un hombre y no una calandria en vi- nagre como tú.

Anic. Pero...

Ant. Y punto en boca y no te ostines en macha-

car en hierro frío, porque si ella no te ha mandao ya to lo lejos que te mereces ha sido por prudencia; pero yo, que no tengo por qué guardarte consideraciones, te digo claramente que ó te largas de aquí con viento fresco ó te agarro por los cabezones y te pongo el cuerpo que no te pues sentar en quince meses. Así, en redondo, (a i público.)

- 17 ~ ¡Y gracias á Dios que me he desahogaol (Le

vuelve la espalda y le deja cou la beca abierta.) AniC. (Después de nua pausa y repuesto de fu sorpresa.)

¡Maldita sea!... ¡Quisiá yo ver en mi situa- ciÓQ á muchos hombres con agallas á ver qué es lo que hacían'

M&n. (Levantándose con 'F.l Liberal» en la mano y dirigiéOi

dose á Aniceto.) ¿Tú quiés Saber lo que hace un hombre con agallas?

Anlc. (con ansiedad.) ¡Sí! ¡Dígamelo usté! ¡Dígame-

lo usté en seguida!

Man. Oye. (Leyendo.) «En la calle del Tribulete,

número do?, lechería...»

Anic. ¡Hombre, vaya usté á paseo! (Le rasga ei perió-

dico de uu manotón y se aparta de Manuel que se queda como quién visiones.)

ESCENA VI

DICHOS y SOLEDAD por la izquierda

Sol. Buenos días.

Anic. (Aparte) ¡Ella!

Man. (Por Aniceto.) ¡CaraColcS, qué genio! (Recoge los

pedazos de «El Liberal» y hace mutis muy despacio.)

Sol. (Quitándose el mantón en que se envuelve y á la seña

Antonia.) ¿He tardao?

Ant. (Disponiéndose á salir.) Bastante. Ah, oye; ¿va á

venir la Asunción al baile?

Sol. No, porque está su hermana peor.

Ant. Me alegro.

Sol. ¿Qné dice usté?

Ant. <^ue me alegro de que no venga, porque va-

mos á ir acompañas.

Sol. ¿Acompañas?

Ant. yí, señora, sí; acompañas del señor Matías.

¿Qué? ¿Te parece mal? Pues como si te pa- reciera bien. Y míalas, (Haciendo la cruz con los

dedos.) como le hagas un desprecio esta no- che, por éstas que te queda recuerdo de tu

madre.) (Besa la cruz. Vase, Al llegar á la salida se encuentra cara á cara con Aniceto, se detiene, le mira de arriba á abajo, hace un gesto despieciativo y sale majestuosamente. Aniceto, que habrá retrocedido asas- •■ tado, se queda inmóvil.)

18

ESCENA VII

SOLEDAD y ANICETO

Sol. Ná, que se ha empeñao en que tengo que

hacerle cara al señor Matías. Pero, ¡si no le quierol ¡Si antes que casarme con él serí^ capaz de casarme ¿con quién diré yo? con cualquiera; hasta con e^te pelmazo... y cui-, dao que hace falta humor... ¡Vamos, tam- bién es que mi madre tié unaacosasl...

Música

Aníc.

¡Soledad!...

Sol.

¿Qué ocurre?

Anic.

¡Soledad!...

Sol.

Me llamo.

Anic.

¡Soledad!...

Sol.

Acaba

si quiés acabar.

Anic.

Fuea no te injpacientes

y escúchame atenta,

que tengo que hablarte

con formalidad.

Sol.

Pa luego es tarde,

¡principia yal

Anic.

(Aparte.)

¡Dios quiera darme

serenidad!

(Hablado sobre la orquesta.) ¡Soledad!...

Sol.

(ídem.) ¿Otra vez?

Anic.

Escucha, ¿tú has visto El Conde de Luxem-

hurgof

SqI.

Tengo una idea de que sí.

Anic.

Pues permíteme que me sienta extranjero y

te diga las cosas por lo fino ú séase en ope-

reta.

(cantado. Parodia de «El Conde de Luxemburgo».)

Dende que un día vi

tu cuerpo chulapón, ^

19 -

no qué fué, que al rato sentí cierta palpitación. Y me dije pa mí: ¡Pues estás aviao!

¡Ahora que te la has buacaol

"Sol. jAy, rediez,

no sigas, Aniceto!

¡Ten cuidao, por Dios, con lo que dices!

Miá que si me faltas al respeto,

de una bofetá te quito las narices.

•Anic. Soledá,

no seas tan ansiosa.

Mi pasión te admira y te respeta.

Es que al ver tu cara tan hermosa,

cuasi sin querer me voy á la opereta.

(Bailan unos compases do vals á la manera vienena de las operetas en boga,) "Anic. (Con arrobamiento.)

¡Qué fácil es

el vals vienes! Sol. Lleva cuidao

con un traspié?. Anic. ¡Qué cosas tiés!

¡Válgame Dios! •Sol. ¡Miá no lo des

y rodemos los dos!...

(Continúa el vals, que va haciéndose cada vez más lento y voluptuoso. Aniceto se extasía y acaba dando un beso á Soledad quien le suelta una bofetada de cuello vuelto que debe oirse en todo el teatro. Aniceto da un respingo y corre á escondeise en su puesto hu. yendo de una lluvia de tomates, patatas y pimientos -que le arroja Soledad.)

20

Hablado

AniC. (Después de nna pausa y sacando la cabeza.)

¿Se puede salir ya? Sol. S3I cuando quieras..

AniC. (saliendo y con voz doliente)

¡Ay, Soledá, qué poco consideras que me tienen tus ojos derretido, que te adoro ca vez más locamente y que estoy decidido á ser dentro de poco tu marido... aunque venga tu madre y me revientel:

Sol. Si vas y se lo dices,

es probable que vuelvas sin narices.

Anlc. ¡Quiá! Verás de qué modo

hasta tu madre se convence y todo si me peino hacia afuera y si me ve, lo mismo que el primero, marcarme él molinete en la habanera y darme un golpecito sandunguero en el borde del ala del sombrero.

Sol. (sorprendida.)

¿Chulo tú?

Anlc. Sí, eeñora.

Sol. Y ¿desde cuándo es eso?

Anlc. Desde ahora.

Desde que me has dicho: Te prometo, que tu mujer seré dentro de poco, si espantas esta noche á ese sujeto que anda por mis hechuras medio loco.

Sol. ¿Q^ie yo he dicho?... (sorprendida.)

Anlc. Cabal.

Sol. ¿Estás seguro?

Anlc. Como que si es preciso te lo juro.

Y apenas lo decías, yo formaba el propósito y la idea de libertarte del señor Matías esta noche en el baile ú donde sea; y como él me haga frente dándoselas de guapo y de valiente, le agarro por un brazo, le empujo, me eonrío, le digo: ¡Usté es un lila y un pelmazo!....

(XransiciÓB.)

21

y me voy á ganar un estacazo

de padre y eeñor mío. 'Sol. ¡Dios te escuche, Aniceto!

Anic. Graciag.

Sol. Y si por fin logras tu ozjeto,

pa el que viene casaos. Anic. (Entusiasmado.) ¡Ay, qué alegría!

(intenta abrazarla.) Sol. Sí, pero estáte quieto, (Rechazándole.)

que... no has lograo tu ozjeto todavía.

Anic. Disimula.

^ol. Está bien.

-Anic. Y considera

que con esa carita zalamera y esa boca que tienes tan chiquita y esa risa guasona y embustera y esa barba redooda y pequeñitn, me has chalao de tal modo, que eres mi ilusión, mi vida, todo. Que iré al baile esta noche, que pienso hacer de mi valor derroche

(En este momento aparece el señor Matías, se detiene sorprendido un instante y avanza lentamente, sin ser visto, ni por Aniceto ni por Soledad.)

y esperar confundido entre la gente á que a?ome la cara ese valiente, y en viendo que se acerca y te saluda, largarle una pata morrocotuda. Que ese no es más que un tipo estrafalario, que á pesar de su fama extraordinaria, tiene menos coraje que un canario... IViatías ¡Servidor!

(Poniendo una mano en el hombro de Aniceto.)

Anic. (Aterrado.) [Anda Dio-, la funeraria!

(Pausa larga. Soledad mira alternalivamenle al señor Matías y á Aniceto que habrá adoptado una actitud cómica, como esperando el golpe que va á darle el se- ñor Matías.)

ESCENA VIII

DICHOS y el SEÑOR MATÍAS iVIatíaS (Marcando las palabras con solemnidad.)

Cuando un hombre que es un hombre se apasiona de una dama

22

y esa dama le contesta

qu^ se puede ir á hacer gárgaras^

baja la cerviz el hombre

meditando en su desgracia,

se oculta en el aposento

más retirao de la casa

y recapacita y obra

conforme á las circunstancias.

AniC. (Aparte )

¿Qué habrá querido deciroie?

Sol. (ídem.)

Buen principio de semana.

(Pausa corta.)

Matías Pero cuando un sinvergüenza^, sin respeto y sin crianza y sin otras varias cosas sumamente necesarias, hace la rosca á una joven y se empeña en conquistarla sabiendo que va á casarse con otro, como Dios manda, se expone á que vuelva el otro y se jame la tostada y le ponga las narices lo mismo que una alpargata.

Anic. Pero si yo no la he dicho...

Matías Usté me escucha y se calla y se oculta usté la lengua donde suele usté ocultársela.

(pausa )

Yo soy un hombre; usté viste igual que los hombres. .

Anic. (Con más miedo cada vez.) GraciaS.-

Matías Bueno, pues no es necesario

que gastemos más palabras, porque no en balde se juega con el honor de una dama, y una cuestión de esta especie es preciso ventilarla.

jAirel (indicándole la salida )

Anic. (Retrocede.) Bueno, pero...

Matías (Más amenazador aún.) ¡Airel

Anic. ¿i yo no he querido...

Matías ¡Basta!

Si por el sitio en que estamos^ ú por cualquier circunstancia >

23

no quiere usté que ahora mismo

quede la cuestión zanjada,

nos veremos esta noche

ú DOS veremos mañana,

porque en el mundo sobramos

usté ó yo. Lhs cosas claras.

¡Aire otra vez! Anic. ¿Otra vez?

Matías Tengo que hablar dos palabras

con la péñora.

Anic. (yvparte y temeroso ) ¡Mi madrel...

¿Qué hablarán? Solo faltaba...

(sin saber qué hacer anda de nu lado para otro; el señor Matías hace un gesto de impaciencia.)

¡Si ya me voy!...

(Se acerca á Soledad y la dice apaite.)

¡A la noche verás tú! Sol. (con desprecio.) ¡Taday, SO mandria!

\^Auiceto vase, pero antes vuelve la cabeza para mirar á Soledad. El señor Matías da un paso hacia él y Anl~ ceto sale corriendo.)

ESCENA IX

SOLEDAD y el SEÑOR MATÍAS

Matías

Sol. Matías

Sol Matías

Y ahora que ya estanjos solos, permítame usté, ¡serrana! que Ja descubra á usté el seno y la hable á usté con el alma. Seré lato.

(Resignáudose.) Venga.

Bueno, pero vuelva usted la cara.

(Pausa breve.)

Soledá, usté me disloca, y si mi cuenta no falla, con esta vez ¿e lo he dicho diez veces en dos semanas. ¡Siempre se exagera!

Bueno, pué que no haigan sido tantas, pero pa el caso es igual.

24

Yo la amo'á ueté y el que ama es un ser que sufre.

Sol. Claro.

Matías Y la mujer que es eensata procura endulzar las penas delque sufre por su causa. Ahora bien, usté que es dócil como una perra de lanas, usté que es tierna y sensible, ¿va usté á ser tan descastada que comprendiendo mi pena no, procure usté endulzármela?

Sol. ¡Ande usté y que se la endulce

Barroso!

Matías No sea usté mala

y piense usté como piensan las mujeies que Fon prácticas.

(Pausa muy breve.)

\ O la ofrezco á usté mi mano, que no digo que es muy blanca, pero, en fin, otras más negras habrá usté visto, caramba. Buscamos cuarto, se compran los útiles que hagan falta para ponerla á usté un piso que ni la reina de España, y hechas todas estas cosas nos vamos á que nos hagan el ñudo nuncial de esposos en San Andrés, verbo en gracia. Tomamos el desayuno con los invitaos en casa, gozamos un rato y luego se les dice que se vayan; y una vez que estemos solos y en completa confianza, nos despojamos del traje de ceremonia, se cambia por el traje negligé, le decimos á su mama que en paz descanse, tomamos el sudo-expreso de Francia... ¡y va usté á ver lo que es gloria en mi finca de Aravaca! Conque vierta usté su idea y déjese usté de gaitas

95

Sol.

Matías

Sol.

Matías

Sol. Matías

Sol. Matías

Sol.

Matías Sol.

Matías

y no se ponga usté bucles y aproveche usté esta ganga, que á mi lao va usté á vivir lo misuio qae una azafata y mejor cuida que uu loro y más estudia que un mapa.

(Pausa.)

Ah, ¿pero ya se ha acabao? Eso dicen.

¡Miá qué lástima! Y diga usté, pollo; ¿usté no sabe dónde se escardan los cebollinos?

Yo no; pero si hace mucha falta saberlo... pues se averigua. Pué que conviniera.

Vaya, Soledá, basta de timos y de bromas y de farsas y diga usté ya que sí, pero con la voz muy alta pa que se oiga en tos los ámbitos del mercao de la Cebada. Usté ha bebido.

¡tín tus ojos chapuceros que emborractian! Pues vayase usté á dormirla y límpiese usté la baba y no se ponga usté tonto ni gaste pólvora en salvas, porque esta mata de pelo no me la atusa mi mama pa un armatoste que lleva medio siglo cada pata. Pero niña...

¡De verano, abuelo! ¡Pues hombre, vaya!

(Vase enfurecida y se coloca detrás de', puesto.)

¡Embustera como todas! ¿Ven ustés cómo se marcha? Pues la tengo interiormente que cuasi, cuasi, da lástima.

26

ESCENA X

DICHOS, PACO y MANUEL, que trae el periódico en la mano

Paco ¿Sabes que te podíamos estar esperando?

K'atías Ah, ¿sois vosotros? Dispensarme, peio un

asunto de interés .. (Mirando á soledad significa- tivamente.)

Paco ¡Ah, vamos! .. ¡Comprendo, hombre, com-

prendo!

Sol. (Desde el puesto y pregonando.) Para el COcido,

¿quién las quiere?... ¡Hoy que son gordas las calabazas!...

Man. (a Matías.) Se ha perdido usté una noticia su-

perior. Pero no importa; verá usté... (se dis- pone á leer.)

Matías (cogiendo á Paco de un brazo y llevándole al otro

lado de la escena.) VOS qUC estoy tan freSCO,

¿verdá? Paco Hombre, sí.

Matías Bueno, ¿y sabes por qué estoy fresco? Paco No sé. Te habrás aligerao de ropa.

Matías ¡Quiá, hombre! Me he ventilao. Paco ¿Eh?

Matías Que me he ventilao con Soledá, que me he

declarao en regla y... Paco Y ¿qué te ha respondido?

Matías (Después de mirar en torno suyo con recelo y bajan-

do la voz.) Que tres veces.

Man. (Acercándose de nuevo con el periódico.) Oigan US-

tés. (Leyendo.) «En la Calle de...»

Matías (Llevándose á Paco al extremo opuesto.) Te advier-

to que eso es pan comido.

Paco ¡Gachó, cómo estarás!

Matías No le crea^. ¡Tengo ya costumbre de estas cosas! Toas las mujeres me contestan lo mismo.

Man. (interponiéndose entre ambos.) Coil peimiso. (Le-

yendo.) <En la calle de. Matías (Dando un grito.) ¿Quiere usté callarse?

Man. Está bien, (nace un gesto de malhumor, dob:a los

papeles con mucha calma y se los guarda cuidadosa- mente, diciendo:) ¡La culpa me la tengo yo por instruirlos!

27

ESCENA XI

DICHOS y ANICETO

Am'c. (Por la izquierda ) Ea, me clecido. Es la ÚDÍca

manera de que do vaya al baile. (Llegando

hasta donde está su amo.) ¡Señor Matíasl... Matías {M ver á Aniceto.) Ah, eS... ¿eS USté?

Anic. Sí, señor.

Matías (iudignado.)¿ Y no le he dicho á usté hace me- dia hora que me hiciera usté el honor de no venir á darme náusias con su presencia?

•Aníc. Sí, pero...

Matías ¿Qué?

Anic. Que. . hace un rato, trajo un chico esta carta

y. . se me olvidó dársela á usté..,

Matías (Furioso.) ¿Que se te olvidó?... ¿que se te...? (a Paco y Manuel.) Vamos, ¿lo ven ustés? Pues si yo ahora me dejase llevar de mi genio... (Transición.) Venga la carta.

Anic. (Temblando.) Ahí va. (Aparte.) ¡Si lo nota me

he caído!

Man. (Aparte.) Voy á ver lo que dice El País, (saca

otro periódico y se dispone á leerlo.) Matías (Que habrá palidecido intensamente al leer la carta, se

apoya en el hombro de Paco y dice con voz temblo- rosa.) ¡Recorcho!

Paco (sorprendido y sosteniendo á Matías.) ¿Eh? ¿Qué

es eso? ¿Te pones malo? ¿Qué te pasa, hom- bre, que te pasa?...

Matías (sin poder hablar apenas.) Na... (Tragando saliva.)

¿Qué dice ahí?...

Paco Trae á ver... (coge la carta, lee, palidece, y se apo-

ya para no caerse, en el señor Manuel.) ¡Rccontraí Man. (sorprendido y sosteniendo á Paco.) ¿Qué?... ^,Tam-

bién usté? Pero, hombre, ¿qué es eso? ¿qué dice e?a carta?... ¡A ver, que se leal (coge la

carta de manos de Paco, la lee, palidece también, y para no caerse se apoya en sus amigos.) [Hediez! Anic. (Que ha estado presenciando todo el juego.) ¡V^amoS^

parece que les ha hecho efezto la cartital

23

ESCENA Xll

DICHOS y la SEÑA ANTONIA

J\nt. Ya estoy de vuelta. (Se detiene sorprendida al ver

el grupo.) ¿Eh? ¿Qué ha pasao aqni?

Sol. (saliendo del puesto.) No haga usté caso, madre;

es que están de broma.

Ant. ¿De broma?... (Acercándose al grupo.) ¡Señor Ma-

tíasl... ¡Pacol... Pero, hombre, ¿qué es eso?

ÍVIan. (Dándole la caita.) Lea USté.

Ant. ¿Yo?

Matías (De pronto) No, no; que no la lea, que ñola lea.

Sol. Oiga usté, ¿y por qué?

JVIatías ¿Por qué?... Porque las mujeres no tien va- lor pa ciertas cosas.

:Sol. Entonces á usté le, corresponde, (con soma.)

Digo, á no ser que á usté también le falte valor...

'Matías (Herido en lo más hondo.) No, á nO me falta

na, á Dios gracias, (con energía.) I Venga el

papel! (Coge la carta y se dispone á leerla, pero de pronto se la entrega á Aniceto, exclamando:) Y

no, anda que tiés la voz más clara.

AniC. Allá voy. (Lee.)

cSeñor Matías, ya

que quiere usté á Soledá,

pero yo lo impediré,

porque me cobta que usté

ni tié vergüenza, ni na.

Y, como usté es nn lechón,

si delante de testigos

quiere usté una explicación,

bájese con sus amigos

esta noche á la reunión. Coste que yo al baile iré

y en el baile les pondré

la nariz como un tomate.

Abur y á los pies de usté;

su afeztísimo el Molíate.» 3ol. ¡El Molíate!

Ant. (Furiosa.) ¡El Molíate!... ¡Esta noche le mato!

Matías ¡Eh, poco á poco! Pa eso estoy aquí 3^0.

29

Sol. Matías

Ant. Sol.

Matías Sol.

Ant. Man. Matías

Ant. Matías

Man.

Paco

Matías

Man.

Paco

(Burlona.) ¿usté?. .

¡Yo mismo! (Transición ) Y lo que s'iento es- no poder ir...

(indignadísima.) ¿CÓmO?... [Qué?...

(Estallando.) ¡Señor Malías!... ¡Si esta noche no va usté al baile y no coge usté á ese mama- rracho y le hace usté tragarse lo que ha escri- to, ni tié usté coraje, ni es usté hombre, ni sabe usté de qué coloi es la vergüenza! Bien, pero...

(Cada vez mas enérgica.) Ni Sabe US(é de qué CO-

lor es la vergüenza; porque á mí, que soy una mujer, me sobran y me requetesobran pantalones pa agairar á ese golfo por las so- lapas de la americana y empezar á trastazos^ y romperle las muelas y ponerle la cara más

colora que una sandía, (zarandeando á Paco.) (Entusiasmada.) ¡Hija!...

(ídem.) ¡Ole l&s mujeres!

(Dando un grito. Todos retroceden asustados.) ¡Bas- ta! (Pausa Avanza dos pasos y dice con solemnidad;)

A Matías Cepórrez no le da nadie lecciones de vergüenza. Esia noche, á las once y mi-- nutos, el pollo Sebastián Tejeringo, alias el Molíate, habrá subido al cielo.

¡Así se habla! (Rumores de entusiasmo.)

, Dominando la situación.) Y habrá SUbido al cic-

lo, porque yo, Matías Cepórrez, iré á bus- carie al baile en cuanto cene. Pero iré sin voces, sin escándalo, como van los hombres de corazón, como van los hombres de genio y de vergüenza. ¡Iré yo solo!... ¡Yo solol

(Entusiasmados.) ¡Bien dicho!

¡Yo solo... y estos dos.

(Sorprendidos.) ¿Rh?

(cuadro. Paco y Mauuol, aterrados, miran al señor JMatias, que la mauo á la seña Antonia. Aniceto, junto al puesto de carnes, se queda atónito ante el arranque valeroso de su amo. Soledad, puesta en ja- rras, contempla burlonamente la escena-— Telón de cuadro.)

IMUTACION

- 30 --

CUADRO SEGUNDO

Telóu corto de calle. Anochece

ESCENA PRIMERA

mL QUE CANTA, Eí. QUE TOCA, CORO GENERAL, CHIQÜI LLOS, etc. Aparecen por la derecha con gran algazara

C(>ro

Chiquillos

€1 que canta

Coro

El que canta

Música

No arremolinarse, DO precipitarse, que ya nos han dicho que ahora cantarán y hay que estar atentos por unos momentos, porque para coplas las del tipitipitán. Vengan esas coplas, cántelas usté. No echarsos encima que ahora cantaré. Ande usté sin miedo que esta es la ocasión. Pues poquitas voces y mucha atención.

Con el tipitipi,

tipitipitán^

al que pida coplas

se le venderán.

Todos

Con el tipitipi^- tipitipitón, orden y silencio, calma y atención.

E\ que canta Entre tumbos y tropiezos va tirando Romanones.

31

iMieotras siga gobernand,o que le vayan con razonesl Romanones se sacude los calzonea y repite con afán .. que los que le gritan y le gritarán, le tocan el tipi, üpifipitán. Coro ¡Tipitipitán!

El que canta ¡Tipüipitón!

Coro ¡Vaya una coplita

pa una recepción! ¡TipüónJ ¡l^ipitipitóu!

El que canta Cuando cobra sus haberes la familia de Montero tiene que llevar un carro de mudanzas pa el dinero,

Y Montero, que es un cuco marrullero, dice desde Lourizán... El que quiera truchas, ya sabe el refrán, que se moje el tipit tipitipitán. Coro ¡Tipitipitán!

El que canta ¡Tipitipitón!

Coro ¡Vaya una coplita

con mala intención! ¡Tipitón! ¡ Tipitipitán!

ESCENA II

DICHOS y GUARDIAS 1." y 2.° que aparecen por la derech*

Hablado

El que canta

¡Quién pide otrol... ¡Quién pide otro!... ¡Que se me van á acabar!... Ahora están ustés á tiempo, ¿no hay quien pida alguno más?

-^ 32

¡Primera y segunda parte

y repertorio especial

de los archisuperiores

cupletes del Hpitán. Una mujer ¡Déme usté uno! Un hombre ¡Y á mi otro!

Varios ¡Y á y á mí!

El que canta ¡No empujar!

("Vocerío y escándalo. Aparecen los Guardias niuy in- dignados.) Guar. 1.0 ¿Qué es estU? (con acento gallego.)

Guar. 2.0 ¿Quién alborota?

Guar. 1.0 ¡Respetu á la autoridaz! (Muy furioso.)

Chiq. 1." ¡Gua, guau! (ladrandole.)

Guar. 1.0 (Dando un salto.) ¿Quién ladra?

(Tranquilizándose al ver que era un chico.)

¡Ah! ¡Pensaba que era á mí, por un casual!

(Pausa. No se atreve á rechistar nadie. Por fin el Guardia dice con ademán olímpico.)

¡Disuélvanse! El que canta (suplicante ) Pero, Guardia... Unos Si es que...

Otros Si era que...

Guar. 1 .0 (Dando un grito ) ¡A Callar!

Estas horas non son horas de andar pur la calle... y tal, con cupletes subersirvus que non puedo tulerar. A las once de la noche, minutos menos ú más, todo ciudadano libre con cédula personal, debe meterse en la cama con pruntituz y equidaz, bien para entregarse al sueño ú á la contabilidá ú á la ocupación que sea más grata pa cada cual. ¡He dichul

(Transición. Dirigiéndose muy amuble á El que cauta )

Y tú, dame ahora la segunda parte. El que canta Ahí va.

(Se la entrega. El Guardia le da cinco céntimos.)

Unos ¡Anda Dios!...

33

Otros ¡Mira los Guardiae!...

(Nuevo escándalo.) (a giitos.)

¡Respetu á la autoridaz

ú van ustés á la cornil

;Ha dicho!!

(Rectificando.) ¡He dichu! Es Verdad.

¡MecachiBÍ...

¡Miá que es trabajol Una mujer ¡Cuándo los degollarán! El que canta (ai que toca.)

¡Celedonio, enfunda el arpa

y á otro sitio á estornudar!

(Vanse por la izquierda todos repitiendo á media voa el estribillo del couplet.)

Guar. 1.0

Guar. 2.0 Guar. 1.0 Unos Otros

ESCENA III

El SEÑOR MATÍAS, PACO y MANUEL por la derecha. Visten ropa de los domingos y esgrimen, cada cual, un enorme garrote

Matías

Man. Paco Matías

Paco Man. Paco

Matías

Man. Matías

(Que sale muy despacio y contoneándose.) Si Don

Rodrigo Díaz de Vivar y Menéndez, alias el Ciz Campeador t me hubiá escrito una car- ta como la de el Molíate^ la batalla de las Navas del Marqués de Toloáa pa mí... ¡un festival! ¡ Rediezl

Pero, hombre, ¿tan á lo vivo te ha llegao? Miá si me habrá llegao, que renuncio á mi estao civil si esta noche no se recogen los restos de ese atún con microcospio... Cas- pio... cuspio... ¡Bueno, lo que sea! Pues, hombre, no es pa tanto. Eso digo yo.

Total, ¿qué te dice en la carta? Na, en resu- men; que te va á poner la nariz como un tomate...

(interrumpiéndole.) Que nos la va á poncr, por- que también sos incluye á vosotros. A esa carta le pasa lo que á las tarjetas de la Ca?a de Campo que son pa el dador y personas, que le acompañen. Solo que aquí el dador es él.

¡Eso lo veremos! (pausa breve. Esgrimiendo el ga-

84

Paco Matías Paco Matías

Paco

Matías

Paco

Man.

Matías Man.

Matías

Man. Matías

Paco Matías

Man. Paco Matías

rrote.) Veintidós años llevo en el mundo cor- tando carne... ¡conque no sos digo más! Me se ocurre una cosa. ¿Cuála?

Que también el Molíate pué faltar á la cita. Hombre, conociendo mi genio no creo que falte.

ÍTecisamente por eso pué que ni siquiera se moleste en ir.

¿Ah, sí?... (Esgrimiendo el garrote.) Oye, ¿eS pi- torreo?

(Retrocediendo.) No, hombre, no. ¡Gachó, con- tigo!... Señor, ¿es que no pué darle pánico? No tengan ustés cuidao, que que va. En- toavía voy á tener yo el gusto de leer maña- ña en Los Sucesos: (como si lo estuviese leyendo

efectivamente.) En el salón de baile denomi- nado El movimiento occidental, tuvieron una cuestión anoche un sujeto apellidado el Mo- llete y el conocido industrial en carnes don Matías Cepórrez. Natural de Tembleque. Ya se le conoce á usté, (continuando.) De las palabras pasaron á las obras de una casa en costruciÓQ situada enfrente del susodicho baile y allí dirimieron la contienda, ingresan do después en la Casa de Socorro ambos sujetos con pocas esperanzas de vida... am- bos. (AMatías muy satisfecho.) ¿Eh, qué tal?

¿Qué me dice usté de eso?

(Después de una pausa y tragando saliva.) Na, qUC..»

que es usté la mar de alegre pa una juerga. ¡Me parece!

(Aparte.) ¡Nos ha rcvacunaol ¡Vaya un gachó dando ánimosl Conformes.

Lo que debemos hacer es establecer un tur- no pacífico. Es decirse, que al entrar se apro- ximan ustés dos á él y le soplan dos estaca- zos pa que se entere de que hemos arribao. De acuerdo. Contestes.

Hecho lo anterior, se destaca uno cualquie- ra de nosotros.,. Paco, que es el más joven; llega, le provoca y salen con ozjeto de airear el asunto.

36

Paco Matías

Paco Matías

Man. Matías

Man. Matías

Paco

Matías

Paco

Man. Matías

Paco Matías Man. iVIatías

(Alarmado.) Hombre, yo creo... (sin hacerle caso.^ ¿Que el otro queda fuera de combate? Mejor. ¿Que sucede al revés y Paco vuelve con desconchaos en la fachada? Me- jor que mejor. ¡Rechufa!... ¡Oye, tú!... Digo eso, porque en seguida sale uno de nos- otros. Usté.

O usté. Y si usté logra despenar á el Molla- te, Q. E. P. D. (Pronunciando únicampnte las ini- ciales.) Y si el Molíate le despena á usté, rip. Y usté ¿cuándo sale?

(soiemue.) Me reservo el último turno con la obligación de vengarlos á ustés. Hombre, es la primera vez que no estamos contestes. Ah ¿no?

cedo la preferencia?.. Pero, ¿qué preíerencia ni qué narices? que tiés es un gorullo que no ves! De acuerdo.

(Descompuesto, furioso.) ¿CÓmO?... ¿Qué?.

sorullo?... ¿Sorullo un hombre que

veintidós años cortando carne?

Hombre, yo lo digo porque...

¡ahuequen!

Es que como parece que...

¡¡Ahuequen!!... (Manuel y Paco, despavoridos, ha- cen medio mutis.) ¡¡Maldita seal!... ¿Yo soru- llo?... ¿Sorullo yo?... (Riendo nerviosamente.) ¡Jíl, ■ja, ja!... (Transición. Muy natural.) VamOS á ver- lo. (Hace mutis por la izquierda, muy lentamente, contoneándose por delante de sus amigos, que le si- guen como sugestionados por su valor.)

¿De modo que encima de que sus

;Lo

¿Yo

lleva

Música.*- SIMutaclón

CUADRO TERCERO

Interior de una kermesse. Lo que constituye el salón de baile apa- recerá espléndidamente iluminado cou farolillos á la veneciana y adornado con banderolas y ramaje. A la derecha, dividiendo el escenario, el ambigú, que deberá ser todo lo más reducido posi- ble para no quitarle espacio ni brillantez al salón; en el ambigú^ aparador con botellas, mostradoj pequeño y dos veladores rodea- dos de sillas. Una puerta única pone en comunicación el salón de baile con el ambigú.

ESCENA PRLMERA

En el ambigú y sentados en torno de un velador varias mujeres y

algunos hombres, á quienes el MOZO sirve patatas fritas y cerveza.^

En el salón de baile el BASTONERO y CORO GENERAL bailando^

Muchas mujeres lucen vistosos mantones de Manila

Música

Hombres Entre los inventos

que se han inventao

no existe otro invento

como el agarrao. Mujeres ¡Ya lo hemos notao!

¡No sea usté guasón! Ellos Cállese usté, niña,

que esto es la dislocación. Todos ¡Va-ya ja-bónl (Fuerte.)

Ellos

Ellas

Misté que elegancia , misté que igualdá, misté que suprema voluztuosidá. ¡Qué barbaridá! ¡qué exageración!

Ellos No se baila ni en Turquía,

ni en Holanda, ni en Hungría,

Todos

37

ni en la propia Oceanía, ni en París, ni en Guasintón. (Va-ya ja-bónl (Fortísimo.)

Entre los inventos que se han inventao, etc., etc.

(ai acabar el núrcoro aplausos y algazara.

ESCENA II

DICHOS, el SEÑOR MATÍAS, MANUEL y PACO EL POLLERO, que llegan por el foro haciéndose los distraídos y esgrimiendo tres garro- tes enormes. Al verlos, todos procuran dejarles el paso franco y al guuos, sobrecogidos por una mirada ó uu movimiento, saludan con timidez y se retiran todo lo posible. Mientras, los tres personajes lle- gan hasta la batería, se detienen, miran alternativamente á un lado y otro y exclaman después de larga pausa:

Hablado

Paco (Aparte á Manuel.) No está.

Man. (ídem á Matías.) No está.

Matías (Distraído y á un concurrente.) No está. (Se detiene

al notar su distracción, y ambos se miran. El, concu- rrente, asustado, acaba por saludar con exagerada ti- midez y retirarse. El señor Matías después de una pausa dice encarándose ccu Manuel.) Mire USté a

ver si anda por ahí adentro, porque... si anda

por ahí... (Esgrime el garrote.) IVIan. Tié usté razón, (con mU precauciones se asoma al

ambigú y mira á todos lados. Vuelve en seguida y dice

á Paco.) jNo está!

Paco (Aparte á Matías) ¡No está!

Matías ¿No está?... (Escupiéndose en la mano y enarbolan-

do el garrote.) ¡Lo mato! (Dan media vuelta los tres, quedando de espaldas á la puerta del ambigú, y entran el señor Matías el primero, después de describir un semicírculo.)

Paco Ya estamos dentro.

Matías (Pavoneándose.) Vamos, ¿lo veis? ¿no sos lo de- cía yo?... ¡Qué iba á estar aqaí ese chan- cleta!

Man. jSe lo habrá olido!

38

Matías ¡Naturalmente! Ea, á ver que vamos á to- mar. (Se sienta.) Man. Lo que usté quiera.

Paco A con SeltZ. (Se sienta también.)

Matías Y á mí. (uamando al Mozo.) ¡Eh, tú, García Prieto, Pácate unas copas!

Mozo En el aire, (Limpia la mesa rápidamente y vase muy

deprisa.)

Paco Hombre, á quien no hemos visto es á So-

ledad.

Matías Vendrá después. No he querido que vinié-

ramos juntos, porque lo que son estos lan- ces, y es lo que yo digo: las mujeres pa cier- tas cosas son un e&torbo.

Paco Pa ciertas cosas lo son.

Matías Y con mujeres no se pué ir á ningún sitio.

Man. Hay sitios á que sí.

Matías Hombre, es natural.

Paco Toa regla tié sus excepciones.

Matías Claro, (ai mozo.) Pero oye tú, ¿traes el vino? ¿ú es que nos estás pisando la uva, por un casual?

Mozo Voy corriendo.

Man. Va á llegar el otro antes.

Paco No sea usté gilí, señor Manuel; á ese le ha

dao pánico.

Matías ¡Ni á la ventana te asomesl

Paco Y yo me apuesto un duro contra un real á

que el Molíate no viene.

Mozo (Que llega con las cepas.) ¡Aquí está el molíate!

Matías J ¡Rechufa! (se levantan precipitadamente tirando Man. ' mesa y banquetas y quedan temblando y formando

Paco > grupo junto á la batería; el Mozo, no menos asustado,

deja caer la bandeja con las copas que se hacen añi- COS. Al ruido, se alarman los que están en el salón y y tratan de penetrar en el ambigú, pero el Bastonero los contiene hasta que llega el Amo.)

ESCENA III

DICHOS y el AMO, que penetra en el ambigú abriéndose paso por entre la gente

Amo (Después de contemplar el cuadro con extrañeza y^

asombro.) ¿Qué CS estO? {^\ señor Matías.) ¿Me-

quiere usté decir qué ha pasao?

39

Matías (Después de una pausa y mirando á todas partes.)

¿Dónde está?.. ¿Dónde está, que me la

comoV... Amo Pero ¿quién, hombre, quién?

Matías ¿Quién ha de ser?... ¡Ese!... ¡el Molíate!

Amo (con asombro.) ¿el Mollatef

Mozo Ahí está... Se ha vertido todo, (.señalando ei

vino.)

Matías i

Paco ¿Eh?

IVIan. \

Mozo Mírenlo ustés.

Matías Ah, pero... ¿Pero te referías al vino?

Mozo Pues claro.

Matías (Levantando el garrote.) {Hombre, te daba así!...

(e1 Mozo retrocedo alarmado.) ¡Miá que eS gana de asustar... á estos dos! l^Por Paco y Manuel.)

Amo Bueno, pero ¿me hacen ustés el favor de de-

cirme que ha pasao?

Man. Na, hombre, na.

Paco Cero entre dos platos.

Matías Que estábamos esperando á un sujeto y de pronto se ha presentao ese con el vino, nos hemos confundido y...

Amo Pues es una confusión que no me explico.

Matías jClaro! Como que si se la expHcase usté... ¡no habría confusión!

Paco (Dándole la mano.) ¡Contestes!

Matías (Rechazándole con uu manotón.) ¡Guárdate esa

mano!

ESCENA IV *

DICHOS y ANICETO que llega por el foro y entra en el salón de baile muy despacio, contoneándose, mirando á las mujeres provocativa mente y dando vueltas entre sus dedos á un junquillo que le sirve de bastón. Viste también ropita de fiesta y uu sombrero cordobés que le está pequeño

AníC. (Después de haberse detenido contemplando á una chu-

lapa que pasa por su lado y que, á su vez, se detiene también sorprendida.) ¡Otra!... ¡Ja, ja, ja, jay!...

Bueno, está visto; el tifus exantemático á mi lao, es un acaloramiento sin importancia. No he hecho más que entrar y ya están con

40

pasión de ánimo catorce ú quince de la lo- calidad y una pontevedrense. (sonriendo con satisfacción íntima.) Y OS que, en cuanto uno se viste un poco, ¡boca abajo la moda elegante! (Pausa.) A to esto me estoy jugando la cabe- za y parte del busto. Porque como la seña Antonia se entere de que he eidoyo quien ha escrito la carta... ¡más valía que me cogiera un Otaolaurruchi! Y no es que yo le tenga miedo á la seña Antonia porque, así como así, soy más hombre que ella; pero ¿quién se atreve con la que ha Uevao en sus entra- trañas al ser que uno adora? Nadie. Ni el se- ñor Matías con to su genio y sus arranques. (sonriendo.) jEl señor Matías!... ¡A cualquier hora se atreve á salir de casa esta noche! Por supuesto, más le vale; porque como lle- gue á poner los pies aquí, se ios voy á poner yo en otro sitio. Pero no hay cuidao. Dema- siao yo que no viene. Demasiao yo

que... (viendo al señor Matías que sale del ambigú con sus amigos. Aniceto retrocede asustado.) ¡Calla,

pues ha venido! (Apuradísimo.) Y ¿qué hago ahora? Nada; me escurro; me voy al ambi- gú, me preparo, salgo... y no va á ser pata la que le voy á dar en mita en mita del salón

de baile. (Se oculta entre la gente y más tarde pene- tra en el ambigú.)

ESCENA ULTIMA

I^IGHOS, SOLEDAD y LA SEÑA ANTONIA que entran en el salón

al propio tiempo que el señor Matías y sus amigos salen del ambigú.

Mucha animación

Matías (a Paco y Manuel.) Creo que he estao sereno, ¿verdá?

Paco Ya lo creo, ¡pa sereno, tú!

Man. Allí viene la seña Antonia.

Paco (a Matías.) Ahí tiés á tu futura. ¡Ole las mu-

jeres!

Man. "¡Ole lo bueno!

Ant. ^Reventando de satisfacción.) ¡ScñorCS, por Dios!...

¡Qué espectáculo! Sol. (Aparte) Si Aniccto fuese capaz de cumplir

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SU palabra, pero ¡qué va á cumplir, si es más gallina que estos tres juntos!

Anic. (En el ambigú.) Vaya, lia llegao el momento.

Valor y serenidad, (ai mozo.) Chico, dame ua quince.

Man. Voy á ver lo que dice el Heraldo, (saca ei pe-

riódico y se dispone á leerlo.)

.Anic (Después de beberse el vino.) Gracias... ¡Y ahora

se van á ver los hombres, ea! (so dirige muy re- suelto á la salida pero, de pronto, se detiene y exclama

dirigiéndose al mozo.) Oj^c... dame otro quincc, anda. Mozo ¿Otro? (Aparte.) Este la coge.

Man. (Dpndo uu grito y dejando de leer el periódico.) Ya

no viene, ya no viene, ya no viene. (ei coro

rodea á los personajes y sigue la acción con interés, subrayándola con risas y burlas cuando sea opor tuno.)

Ant. ¡Qué es eso!

Matías ¿Q^^é le pasa á este hombre?

Paco ¿Qtié tié usté?

Man. (saltando ide .alegría, con el periódico en la mano.)

Que ya no viene, que ya no viene.

Sol. Pero, ¿quién?

Matías ¿Quién es es el que no viene?

Man. Ese golfo, el Molíate... Oigan ustés lo que

dice el Heraldo.

Todos ¿A ver, á ver?...

JVIan. (Leyendo.) «Esta madrugada ha ingresado en

la Cárcel Modelo un sujeto apodado el Mo- líate por haber promovido un fuerte escán- dalo en la calle de la Pingarrona, hiriendo de gravedad al guardia Epifanio Pérez » (Ale- gría general.)

Paco Bueno; pero vamos por partes.

Matías Vamos.

Paco Si el Molíate está preso, ¿quién ha escrito la

carta?

Ant. jCalla, pues es verdal

Man. Vaya usté á saber quién ha sido.

Matías ¡Silencio! ¡Yo lo sé! (solemnemente.) La carta la ha escrito el Molíate.

Ant. Pero si está preso...

Matías Déjeme usté acabar. La carta la ha escrito el Molíate; pero después ha reflexionao que iba á tener que verse conmigo y ha ido y ha

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Sol.

Matías

Ant.

Anic.

Todos

Sol.

Matías

Anic. Paco

Matías

Anic.

Matías

Anic.

Matías

Anic.

Ant.

Matías

Anic. Matías

Anic.

Matías Anic.

hecho lo de la calle de la Pingarrona pa no verse con un servidor. ¡Ay, hijo, cuidao que es usté modesto! No me gusta alabarme, pero que valgo. En resumen; que no sabemos quién ha es- crito la carta.

(Acercándose al grupo hasta colocarse en el centro.)

lYo!

(Con eitrañeza.) ¿Eh?

¡Anicetol

(Acercándoss á Aniceto lentamente.) Demodoque...

¿usté es el autor de la carta? ¡Yo mismo!

(Queriendo detener, á Matías.) Por Dios, Matías^

no te comprometas...

(a Paco.) ¡Libértame! (Paco le suelta. Matías vuelve á acercarse á Aniceto y dice después de una pausa.)

Y usté, ¿por qué ha hecho eso, so betún? ('lembiando.) Señor Matías... Dispense usté

pero el... la... (corriendo hacia el ambigú.) Écha- me otro quince. (Deteniéndole por la americana.) ¡Venga USté

aquí!

Pero si es que iba...

¿Adonde?

A... (Reparando en que Soledad le mira con despre- cio.) 3a, se acabó, (cou gran energía.) Yo he es- crito la carta porque me ha dao la gana y he venío porque quiero á Soledad y porque tengo necesidad de romperle las narices á quien me la dispute ¡ea! (Aparte.) ¡No va á ser estacazo el que me van á dar! (Furiosa.) ¿Qué ha dicho?... ¡Golfo! ¡Granuja!

¡Poca lacha! (Quiere lanzarse sobre Aniceto y varios concurrentes la sujetan. Gritos, escándalo y algazara,) (imponiéndose.) ¡Bastal (a Aniceto, señalando la

puerta del foro.) ¡Eche usté pa alante! (Cohibido.) ¿YoV... ¿Adonde? (con rabia.) ¡A la Calle! ¡A donde van los hombres con vergüenza!

(Titubeando.) PerO VO... (Notando que Soledad- se ríe, se decide por fin y exclama con energía.) ¡Va- mos! (Se dirige hacia el foro.) (Aparte y sin moverse de su sitio.) ¡Y SC atreve!. .►

¡Rechufa! (a Aniceto.) Pollo, escuche usté.

(Acercándose de nuevo á Matías.) ¿Qué pasaf

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Matías Nada; que supongo que llevará usté herra- mienta.

AniC. (Sacaudo una navaja descomunal y abriéndola oou graa

ruido de muelles.) Creo que SÍ.

Matías (Aparte y palideciendo. ) ¡Gachó, qué sacacor- chos! (Tragando saliva.) Hombre, Aniceto, mira, yo...

AniC. (Apaite.) jUy, que se me achical (aUo y crecién-

dose.) ¡í5eñor Matíasl... ¡eche usté pa alante! Matías ¿Qué? (Furioso.)

Anic. (Enérgico.) ¡Que eche usté pa alante! (Aparte.

Transición.) Si Sale, me revienta. Matías Pero ¿adonde? Anic. A la calle. Adonde van los hombres, según

usté dice. Matías ¿Yo? ¿He dicho yo eso?... ¡Vamos!

Anic. (Dirigiéndose al foro.) VamOS.

Matías (ein moverse.) ¡Vamos, hombre, qué cosas tienes!

Anic. (sorprendido.) ¿Eh?

Matías quiés á esa mujer, ¿no es eso?

Anic. Cabal. Y por ella estoy dispuesto á tó. Y si

usté la pretende...

Ant. (indignada.) 81 la pretende, ¿qué?

Matías Dispense usté, seña Antonia, pronto acabo.

(a Aniceto.) Mira, eres un buen chico y po- drás llegar á ser un hombre el día de ma- ñana porque tiés hígado y genio aunque á veces te achicas como acaba de eucederte ahora.

Anic. Gracias.

Matías No hay de qué. Pero ¿tú quiés á Soledad?... Procura interesarla y anda con ella. Lo me- nos pensarás que voy, por eso, á echarte de casa, pues no señor, vas á seguir allí... ¡pa que veas hasta dónde me llega á la ionganimidá!

Ant. (Estaiianflo) Señor Matías, ¡es usté un bo-

ceras!

Matías (ofendido.) ¡Señora, me sacrifico por ese mu- chacho!

Ant. Lo que le tié usté es miedo, ¡gallina!

Matías ¿Yo, gallina?

Ant. Gallina y maufas y cochino y tó. ¡Tó lo es

usté! ¡Tó menos hombre!

Paco (a Matías.) Oye, f]ue te ha faltao.

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Matías A cualquier cosa le llamáis faltar. jQué exa- geraos sois!

Anic. (a Soledad.) ¿Y tú, me cumplirás tu palabra?

Sol. -Por mí, cumplida.

Ant. Por mí, no. Cuando demuestre que es hom-

bre y que tié genio, se casará contigo.

Anic. (Desconsolado.) ¡Repuño! ¿Y pa esto he salido

yo de casa?

Basi Señores, vaya por un chotis lo más chulo po-

sible.

Todos jVenga, venga! (Animación.)

-Man. (Sacando otro periódico.) ¡Voy á ver lo que dice"

La Corres!...

Música

(Animación grande. Va cayendo lentamente el telón mientras todos bailan cantando como al principio del cuadro.)

Coro Entre los inventos

que se han inventao no existe otro invento como el agarrao.

TELÓN RÁPIDO

Escorial-Madrid— 1512— Agosto.

OBRAS DE RAMÓN ASENSIO MAb

La afrancesada^ opereta en un acto y en prosa, original, en colaboración con Miguel Chapí, música del maestro Vicen- te Zurrón.

El tirador de palomas, zarzuela dramática en un acto, dividi- do en cinco cuadros, en prosa y verso, original, en colabo- ración con Carlos Fernández Shaw, música del maestro Amadeo Vives.

Las grandes cortesanas, opereta en un acto, dividido en cua- tro cuadros y un intermedio, original y en prosa, en cola- boración con Carlos Fernández Shaw, música del maestro Val verde (hijo).

El puñao de rosas, zarzuela de costumbres andaluzas en un acto, dividido en tres cuadros, original y en prosa, en co- laboración con Carlos Arniches, música del maestro Eu- perto Chapí.

Viva Córdoba!, sainete lírico en un acto, dividido en tres cuadros y un intermedio, en prosa y verso, original, en co« laboración con Carlos Fernández Shaw, música del maes- tro Val verde (hijo).

Recuerdos del tiempo viejo, diálogo en prosa, original.

El pelotón de los torpes, zarzuela en un acto, dividido en tre& cuadros, original y en prosa, en colaboración con Paso, música de los maestros Rubio y Serrano.

La torería, sainete lírico en un acto, dividido en tres cuadroí^ y dos intermedios musicales, en prosa, original, en colabo- ración con Paso, música del maestro Serrano.

Género chico, humorada en un acto, dividido en cinco cua- dros y dos intermedios, en prosa y verso, original, en co- laboración con José Juan Cadenas, música de los maestro» Chapí y Val verde (hijo).

Lluvia menuda, diálogo en verso, original.

La tragedia de Fierrot, zarzuela en un acto, dividido en tres cuadros, en verso, original y en colaboración con José Juan Cadenas, música del maestro Ruperto Chapí.

La noche del Pilar, zarzuela en un acto, dividido en tres

cuadros, en prosa y verso, original, música del maestro Cassadó.

La edad de hierro, pasatiempo cómico-lírico en un acto, divi- dido en cuatro cuadros, en prosa, original y en colaboración con Carlos Arniches y Enrique García Alvarez, música de los maestros Hermoso y García Alvarez.

La antorcha dt himeneo, humorada en un acto, dividido en cinco cuadros, en prosa, original y en colaboración con Francisco de Torres, música del maestro Giménez.

La eterna revista, humorada lírica en un acto, dividido en cua- tro cuadros, original y en colaboración con Jacinto Capella, música de los maestros Chapí y Giménez.

El trust de las mujeres^ humorada en un acto, dividido en tres cuadros, original y en colaboración con Jacinto Capella, música del maestro Giménez.

El Garrotín, entremés en prosa, original y en colaboración con Jacinto Capella, música del maestro Foglieti.

Los dos rivales, zarzuela dramática en un acto, dividido en cuatro cuadros, en prosa y verso, original y en colabora- ción con Jacinto Capella, música del maestro Giménez.

La tribu gitana, tarea lírica en un acto, dividido en cuatro cuadros, en prosa, original y en colaboración con Paso, mú- sica del maestro Mariani.

-Biscuit-Glacé, entremés lírico-bailable, original y en colabo- ración con Jacinto Capella, música del maestro Foglietti.

Tropa ligera, zarzuela en un acto, dividido en cuatro cuadros, en prosa y verso (continuación de Los granujas), original y en colaboración con José Jackson Veyán, música del maes- tro Saco del Valle.

Abanicos japoneses, humorada en nn acto, dividido en tres cuadros, en prosa, original, música del maestro Calleja.

La pajarera nacional, revista cómico lírico-volátil en un acto, dividido en tres cuadros, en prosa y verso, original y en colaboración con Joaquín González Pastor, música de los maestros Foglietti y Córdoba.

El Dios del Éxito, fantasía cómico-lírico dramática en un acto, dividido en seis cuadros, en prosa y verso, original y en colaboración con Joaquín González Pastor, música del maestro Rafael Calleja.

Las romanas caprichosas, opereta bufa en un acto, dividido en tres cuadros, en colaboración con José López Silva, mú- sica del maestro Manuel Penella.

El género alegre, humorada lírico-fantástica en un acto, divi- dido en un prólogo y cinco cuadros, original, en colabora- ción con Carlos Arnichee, música de los maestros Penella y García Alvarez.

La Romerifo, comedia lírica en un acto, dividido en tres cuadros, en prosa, original, música de los maestros Calleja y Luna.

Los juglares, poema escénico en dos actos, divididos en siete cuadros, en verso, original, en colaboración con Carlos Fernández Shaw, música del maestro Giménez.

La noche de las hogueras^ zarzuela dramática en un acto, di- vidido en tres cuadros, en prosa y verso, original, música del maestro Córdoba.

Foca Pena, saínete lírico en un acto, dividido en tres cua- dros, en prosa, original, música de los maestros Torregrosa y Alonso.

Los molinos cantan... opereta holandesa, en tres actos, del maestro Van Oost. Versión castellana en colaboración con José Juan Cadenas.

La prosa de la vida, comedia en dos actos, original.

La Misa del Gallo, melodrama en dos actos, divididos en cinco cuadros, en prosa, original, en colaboración con Luis de Larra, música del maestro Torregrosa.

jLas hombres de genio, saínete lírico en un acto, dividido en tres cuadros, en prosa y verso, original, en colaboración con Miguel Chapí, música del maestro Cereceda.

Precio: UMGL peseta

J J A o

RAHON ASEHSIO HAS 1/ JOSÉ JUAN CADENAS

LS WflTIIiailll DL fOLS

OPERETA EN TRES ACTOS

VER^SIOISr OA.STIS3LiL.A.3SrA.

MÚSICA DBL MAESTRO

(^'TKia^ UeS^^

Copyright, by R. Asensio Mas y J. Juan Cadenas, 1915

SOCIEDAD DE AUTORES ESPAÑOLES Calle del PradOy núm. 24

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